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-Por don Bosco, acepto, replicó generosamente
el noble caballero.
Don Bosco reconoció inmediatamente a don
Antonio Sala, apenas lo vio, aunque estaba la
habitación en la penumbra. Parece, por otra parte,
que no se habló de tales asuntos, puesto que
Viglietti dice simplemente, en su diario, que don
Bosco le tomó de la mano y le preguntó noticias
suyas. Don Antonio Sala respondió que sus hijos en
Roma rezaban por él y que el cardenal Parocchi,
sintiendo mucho su enfermedad, le mandaba su
bendición. Don Bosco le dio las gracias y, a
intervalos y con mucho esfuerzo, le dijo:
-Procura prepararlo todo para mi entierro,
>>sabes?, porque si no, haré que me lleven a tu
habitación. En cuanto se refiere al problema
material de la casa de Roma, procura tener bien
informado a don Miguel Rúa.
-Así lo haré. Ahora estoy aquí a su entera
disposición y me consideraré afortunado si puedo
serle útil en algo.
-Sí, me harás un gran favor; te necesito, sobre
todo, cuando me cambien de cama, y, además, para
relevar al que me asiste permanentemente. Desde
que me acosté, quiso estar siempre junto a mí
durante todo el día y venir, de vez en cuando, a
verme por la noche.
((**It18.505**)) Desde
aquel momento hasta que falleció, se acercaba a
cada instante, día y noche, don Antonio Sala, ya
para transportarlo, ya para asistirlo. Era alto y
forzudo y le hacía sufrir menos que antes al
pasarlo de una cama a otra.
El dio a los Hermanos noticias de Roma.
Príncipes romanos, Obispos y Cardenales acudían
continuamente a pedir noticias sobre don Bosco. El
mismo Padre Santo mandaba a preguntar por él cada
día. Con el mismo interés, escribían los Hermanos
de otras casas. En Barcelona, hubo que establecer
tres centros de información para satisfacer a los
que pedían noticias. En París, la averiguación
sobre el estado de don Bosco contribuyó a dar más
a conocer la casa de Ménilmontant.
Don Miguel Rúa enviaba a algunas personas de
mayor confianza las circulares redactadas para los
Salesianos, como por ejemplo, al Padre Picard,
superior de los Asuncionistas y propietario de La
Croix. Este verdadero amigo de don Bosco le
respondía, el treinta de diciembre: <(**Es18.438**))
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