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con la debilidad en que se les ve postrado y con
el hilillo de voz que, con trabajo, sale de sus
labios>>.
Entresacamos algunos párrafos de una de las
cartas dirigidas a don Bosco o a otros del
Oratorio, con fecha del veintisiete de diciembre.
Escribe al Santo la señora Natalia Cornet, desde
Montluçon: <((**It18.499**)) y en
el amor al prójimo. Con mucha frecuencia, he
puesto mis ojos sobre su retrato, que tengo en mi
oratorio; y, en los momentos desesperados, me
parecía oírle a usted que me decía:
>>-Animo, hija mía, el Señor permite
aflicciones a las personas que lo aman...
>>-Sí, Reverendo Padre, usted me ha enseñado a
amar a María Auxiliadora, el gran Consuelo de su
santa vida, y se lo agradezco; Reverendo Padre,
usted me ha enseñado a ser fuerte en la
tribulación>>.
Reiteradamente, ya uno, ya otro de los
Superiores sugerían a don Bosco que rezase para
conseguir del Señor su curación, pero él no
asintió nunca. Su respuesta era siempre la misma:
-íCúmplase en mí la santa voluntad de Dios!
Más aún, siempre repetía las jaculatorias que
se le sugerían, pero, cuando alguno intentó
hacerle repetir: <>, él se callaba.
El boletín sanitario de don Bosco aparecía
normalmente en muchos periódicos italianos y
extranjeros, acompañado a veces de artículos sobre
su persona y sus obras. Los reporteros se
mezclaban con la multitud que, en determinadas
horas, asediaba la Casa, para inquirir noticias.
Se anunciaban preces especiales, públicas y
privadas, en las más remotas poblaciones; de modo
singular, las comunidades religiosas hacían
violencia al Cielo para arrancar la gracia. En
muchas familias de Cooperadores se lloraba y se
rezaba.
El día veintiocho, por la mañana, ocurrió un
simpático episodio. La Condesa de Salino entró en
la portería y quiso saber las últimas novedades.
Diéronle a leer el número de Unit… Cattolica del
día anterior, en el que se señalaba una ligera
mejoría. Fuera de sí por la alegría, la noble dama
sacó del bolso el portamonedas y se lo entregó al
portero, rogándole dijera a don Bosco que se
pusiera pronto bien y que aceptara aquellas pocas
monedas. Contenía veinte marengos de oro 1.
1 Marengo: moneda de oro de a veinte francos.
(N. del T.)
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