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Pero el médico, tomando a broma la cosa, le
repetía:
-íApriete, apriete!
Y a un cierto punto, retiró el doctor
rápidamente su mano y exclamó casi asustado:
-íAh, no piense en morir tan pronto! Con esa
fuerza en el cuerpo, todavía podrá usted
desafiarme...
((**It18.491**)) Cuando
se marcharon los médicos, penetró en la estancia
la majestuosa figura del cardenal Alimonda que,
acercándose, lo abrazó y besó cariñosamente. Don
Bosco se quitó su gorro de dormir y le dijo:
-Eminencia, le ruego que pida por mí para que
pueda salvar mi alma.
Después añadió:
-Le recomiendo mi Congregación. Sea el
protector de los Salesianos.
Su Eminencia, al verle llorar, le animó, le
habló de la conformidad con la voluntad de Dios y
le recordó que había trabajado mucho por el Señor.
Y, al advertir que estaba todavía con el gorro en
la mano, se lo puso él mismo en la cabeza. Don
Bosco, conmovido en extremo, le dijo:
-He hecho siempre todo lo que he podido. Hágase
en mí la santa voluntad de Dios.
-Pocos, hizo notar el Cardenal, pueden hablar
como usted en punto de muerte.
-íTiempos difíciles, Eminencia!, le interrumpió
don Bosco. He pasado tiempos difíciles... íPero la
autoridad del Papa... la autoridad del Papa!... Se
lo acabo de decir a monseñor Cagliero: que
comunique al Padre Santo que los Salesianos están
para defender la autoridad del Papa, dondequiera
que trabajen, dondequiera que se encuentren.
Acuérdese, Eminencia, de decírselo al Padre Santo.
-Sí, querido don Bosco, repuso monseñor
Cagliero, que seguía en pie junto a su cama; esté
seguro de que cumpliré su encargo para el Padre
Santo.
-Pero usted, don Juan, añadió el Cardenal,
pasando a otra cosa, no debe temer la muerte.
Usted ha recomendado muchas veces a otros que
estuvieran preparados.
-íNos hablaba tantas veces de ello!, agregó
monseñor Cagliero. Era éste su tema principal.
-Se lo he predicado a los demás, concluyó
humildemente don Bosco; pero ahora necesito que
los demás me lo digan a mí.
Pidió después la bendición al Cardenal, el
cual, al despedirse, le volvió a abrazar y besar,
profundamente conmovido.
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