Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es18.412**) cuatro de diciembre. Don Bosco, que estaba informado, hacía tiempo, de su venida, se alegró mucho y envió a Génova a don Juan Bautista Lemoyne para que, en su nombre y en el del Capítulo Superior, le diera a bordo el primer saludo de bienvenida. Hubo, sin embargo, un retraso de dos días a causa de una fuerte borrasca. Monseñor entró en el Oratorio el día siete por la tarde, pasó a través de las más gozosas manifestaciones, pero con los ojos fijos en aquellas ventanas cerradas, tras las cuales estaba esperando impaciente el Padre. Entró en su habitación, seguido de los chilenos, don Antonio Riccardi y don Valentín Cassini. Estaba el Santo sentado en su modesto sofá. Monseñor cayó de rodillas ante él, que lo abrazó, lo estrechó contra su corazón y, después, apoyando la frente sobre su hombro, le besaba el anillo, derramando lágrimas. Los cinco compañeros del Obispo seguían de rodillas a su alrededor, mientras que los Superiores del Oratorio se mantenían a respetuosa distancia, conmovidos y en silencio. Don Bosco fue el primero en romperlo. Se le había avivado más que nunca el recuerdo de la violenta caída y le dijo: ->>Cómo estás? Y, a su respuesta de que se encontraba bien, bendijo al Señor. Sucediéronse después las presentaciones, durante las cuales contemplaba Monseñor con aflicción al Siervo de Dios. íQué envejecido lo encontraba después de tres años! La presencia del Obispo de Lieja impidió las conversaciones íntimas hasta después de la fiesta de la Inmaculada; pero, desde entonces, ((**It18.476**)) Monseñor aprovechaba todos los momentos para sentarse a su lado y contarle muchas cosas, que sabía le satisfacían. Vio que, a pesar de su agotamiento, atendía siempre en confesión a los que se presentaban con este fin. Y quiso aprovecharse él también, temiendo que, de improviso, le resultara imposible abrirle una vez más su corazón. Depuso después en los procesos: <>. Otra cosa importantísima atestiguó Monseñor Cagliero ante los jueces de la causa. Se sabe de sobra, y especialmente lo sabía él, lo mucho que había de celestial en el amor paternal de don Bosco a los jóvenes. Pues bien, en las confidencias cariñosas del buen Padre, durante aquellos días, le dijo una vez: -Estoy satisfecho de que hayas vuelto. Ya lo ves, don Bosco es viejo y no puede trabajar más: estoy en las últimas de mi vida. Trabajad (**Es18.412**))
<Anterior: 18. 411><Siguiente: 18. 413>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com