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((**Es18.410**) negativamente. En toda su vida, no se apartó ni una micra de su línea de conducta, que era la de vivir confiado en los cuidados de la divina Providencia, sin preocuparse demasiado por el porvenir. La circular antes citada llegó a manos de un pastor protestante, bastante conocido bajo el nombre de Deodati y con residencia ((**It18.473**)) en Castrogiovanni, actualmente Enna (Sicilia), que cayó en la tentación de dar prueba a don Bosco de su cultura bíblica. Le escribió, pues, una larga carta, comenzando por protestar contra él porque, en vez de conducir a los salvajes, que yacían en el paganismo, al puro y santo evangelio que nos trajo Jesucristo, los sacara del mismo para arrojarlos en el paganismo romano, o sea, en el anticristianismo. Después, con gran lujo de citas biblicas, dignas de mejor causa, denunciaba y deploraba las funestas consecuencias que se derivan de tal sistema de acción misionera. Y, al llegar a cierto punto, confesaba su disgusto: <>. Y, después de pronunciar una amenaza apocalíptica, concluía con este cómico augurio: <>. Hasta en punto de muerte, le lanzó su silbido la hidra protestante; pero, esta vez, se contentó con rezar por la conversión de aquel <>. Con las demás penas, vínole a don Bosco otra nueva: el temor de tener que dejar de celebrar pronto la misa. Se le veía sufrir al celebrarla y profería las palabras con esfuerzo y con un hilillo de voz, interrumpida a menudo por una desbordante emoción. Le faltaban las fuerzas de tal modo, que no se podía volver para el Dominus vobiscum; después, durante la comunión de los fieles que asistían, se sentaba, mientras otro sacerdote distribuía la eucaristía. Otro se encargaba de rezar las tres avemarías y demás preces finales, que él se limitaba a acompañar mentalmente. El día tres de diciembre, tras haber pasado una noche fatal, no pudo celebrar, pero asistió a la ((**It18.474**)) que celebró su secretario, comulgando en ella. Al Ecce Agnus Dei, rompió a llorar. Todavía celebró los días cuatro y seis; quiso intentar hacerlo el domingo siguiente, día once, y, a duras penas, llegó al final 1. 1 Circular de don Miguel Rúa a las casas, veintiséis de diciembre de 1887. (**Es18.410**))
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