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-Te recomiendo la salvación de tu alma. Que
vivas siempre como un buen cristiano.
Llegaban cada día muchas cartas de Italia y del
extranjero, sobre todo de Francia, respondiendo a
su circular del cuatro de noviembre. Casi siempre
contenían un donativo. Los secretarios abrían los
sobres, sacaban el contenido, lo colocaban sobre
la mesa y, después, se lo presentaban todo junto;
así podía él darse cuenta con facilidad e indicar
la manera de responder, La señora Broquier, gran
cooperadora de Marsella, le mandaba una cantidad
considerable y quiso contestar de su puño y letra.
A nuestra buena y caritativa madre, la Señora
Broquier:
He recibido su generoso donativo de quinientos
francos para nuestros pobres Misioneros. Que Dios
se lo pague con abundancia. Ellos van con gusto a
dar su vida en medio de los salvajes de América,
pero usted ofrece la bolsa; tanto unos como otros
servimos al Señor y trabajamos para ganar almas
para el cielo; y el que trabaja por salvar almas,
salva la suya.
Más aún: quien da limosna para salvar almas
será recompensado con salud y larga vida. Pero
demos mucho, si queremos recibir mucho.
De mil amores espero a usted y a su marido, a
su yerno y a su hija, cuando haga una próxima
visita a Turín en la próxima primavera. Haremos
una bonita fiesta.
Que Dios la bendiga y la guíe hasta aquí.
Yo ya no puedo andar, ni escribir, más que con
mucha dificultad. Lo único que todavía puedo
hacer, y lo hago de muy buena gana por usted y
((**It18.471**)) por
todos sus seres queridos, vivos y difuntos, es
rezar cada día para que las riquezas, que son
espinas, se conviertan en obras buenas, o sea en
flores, con las que los ángeles tejan una corona
que ciña sus frentes por toda la eternidad. Así
sea.
Recen también por este pobre, siempre suyo,
Turín, 27 de noviembre de 1887.
Afectísimo amigo,
JUAN BOSCO, Pbro. 1
Las más de las veces acompañaban a los
donativos peticiones de oraciones para obtener
gracias espirituales o temporales; o eran de
agradecimiento por favores recibidos de María
Auxiliadora. Ponían gran confianza en su
intercesión, como puede colegirse de las palabras
que escribía una religiosa de la Orden de la
Visitación, de Friburgo, el primero de diciembre:
<<>>No es cierto que al Señor le es muy fácil
hacer milagros y a usted el obtenerlos?>>.
1 La señora Broquier le dio las gracias el
veinte de diciembre con la felicitación navideña:
<>.
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