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cincuenta alumnos entre niños y niñas. Estaban
acotadas por un terreno tapiado que medía dos mil
quinientos metros cuadrados, área considerable
para Londres; en la misma se podía levantar muy
bien, con el tiempo, una iglesia de grandes
dimensiones, con una casa aneja y dos patios, uno
para los internos y otro para los externos. Cosas
todas que requirieron años, pero que hoy existen.
La masa de población se componía de obreros
pobres, mas no faltaban católicos acomodados,
dispuestos a ayudar a nuestros recién llegados. Un
detalle digno también de mención es que, por
aquellos parajes, había tenido santo Tomás Moro
sus jardines y ((**It18.454**)) desde
su domicilio, situado en la otra orilla del
Támesis, todas las mañanas del verano, después de
ayudar a misa, atravesaba el río en una barquilla
de su propiedad e iba allí, al campo, a desayunar
y recrear un poco su espíritu 1.
Los tres primeros salesianos, destinados a
Battersea, salieron de Turín el catorce de
noviembre. Eran los sacerdotes don Eduardo Mac
Kiernan, irlandés, párroco y director, y don
Carlos Macey, vicepárroco y catequista, y el
coadjutor trienal Rossaro.
El abate Galerán describía así su llegada, que
traducimos, como antes, del francés: <>
2.
Don Bosco les había entregado varias cartas de
presentación y recomendación. Naturalmente no
podía faltar una para el Obispo, aunque no hemos
encontrado ni siquiera mención de ella. Otra era
para el Duque de Norfolk, que pueden verla los
lectores en el volumen anterior 3. La tercera, que
era para el abate Galerán, la encontramos citada
por el destinatario en una suya a don Miguel Rúa
4, en la que dice: <>.
Finalmente, la cuarta era para el Cónsul italiano
en Londres, que decía así:
1 Cartas de don Francisco Dalmazzo a don Bosco,
Londres, quince y veintiuno de octubre de 1887.
2 Carta a don Miguel Rúa, Londres, veintidós de
noviembre de 1887.
3 Vol. XVII, pág. 451.
4 Londres, veintidós de noviembre de 1887.
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