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((**Es18.391**) ->>Ese, un santo? Será un santo, pero a su manera. Es un hombre terco en sus propias ideas. >>Sabe quién me ha dado la impresión de ser santo? Su Vicario, don Miguel Rúa. Es un verdadero asceta. Me escuchó, tomó nota de mis observaciones y me aseguró que daría cuenta de ellas en el Capítulo. Pero, al despedirme, don Bosco, que apenas podía tenerse de pie, me dijo: <>. >>Pero dónde va a encontrar don Bosco espacio para todo eso? íA no ser que se instale en los jardines públicos de Battersea! Aquel mismo sacerdote, a quien Monseñor hacía tales confidencias, Guillermo Cunnhigham, se las contó al inspector salesiano, don Eneas Tozzi, al visitar a nuestros hermanos de Battersea, para congratularse con ellos por la canonización de don Bosco. Y nosotros podemos completar su relato, transcribiendo algunas frases de una nota que envió don Miguel Rúa a don Celestino Durando, el cuatro de mayo de 1887: <>. En honor de monseñor Butt, diremos que, no obstante todo, cuando vio llegar a los Salesianos, los recibió con paternal cordialidad; y, después, al verlos actuar, depuso todas sus prevenciones. Otro Monseñor Butt, sobrino del anterior, hoy auxiliar de Westminster, ha heredado del tío un vivo afecto a los hijos de don Bosco. Ayudará a completar la idea el que demos algunos datos sobre el lugar y el ambiente. El Támesis divide a la extensísima metrópoli inglesa en dos partes: en la izquierda está la sede arzobispal de Westminster, en la derecha el obispado de Soutwark. A este último pertenece ((**It18.451**)) la popular barriada de Battersea. En ella se había levantado, en tiempos de Pío IX, una parroquia dedicada al Sagrado Corazón de Jesús; pero, al poco tiempo, el párroco había abandonado su puesto, sin que hubiera habido posibilidad de sustituirlo; de manera que la población, compuesta en su mayoría por obreros irlandeses, quedó casi privada de asistencia religiosa. Para recibir los sacramentos, debían hacer una buena caminata hasta la parroquia más próxima; y no hablemos de la juventud ni de los enfermos. He aquí dónde llamaba la Providencia a los Salesianos. Quien más trabajó para lograr que fueran allí, fue la condesa de (**Es18.391**))
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