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de momento tales obras. Al final, don Bosco dejó
oír su palabra.
-En Valsálice, dijo, se podría colocar el
centro de estudios de nuestros clérigos.
Los capitulares escucharon, pero ninguno dijo
nada.
La discusión sobre el colegio de Valsálice se
puso de nuevo sobre el tapete ((**It18.436**)) el
dieciocho de agosto, bajo la presidencia de don
Miguel Rúa. Mas no se llegó a ninguna solución. En
la sesión del veintitrés de agosto, la mayoría era
de opinión que la reforma se redujese a la
adopción de dos tipos de pensión: una de treinta y
cinco y otra de cuarenta y cinco liras mensuales;
esto daría nueva vida al colegio y abriría las
puertas a mayor número de pensionistas con la
admisión de muchachos de clase media. Don Bosco no
dijo nada en contra. Pero, en los días sucesivos,
debió explicar a don Miguel Rúa cuál era su
pensamiento; en efecto, pasando éste por encima de
toda divergencia, propuso sin más un cambio
radical de destino del colegio de Valsálice,
estableciendo allí la casa de estudios para los
clérigos. Se expuso todavía el parecer de si,
junto con los clérigos, se tendrían además
jóvenes; pero vencieron los que no veían bien
aquella mezcla que juzgaban inconveniente. Puesta
a votación la propuesta de trasladar a Valsálice
la casa de estudios para los clérigos, el Capítulo
la aprobó por unanimidad.
En la misma sesión, se eligió el personal
necesario. Don Julio Barberis fue nombrado
director. Durante el mes, los clérigos de San
Benigno, que pasaban las vacaciones en Lanzo, y
los que habían terminado el noviciado en Foglizzo,
se reunieron en la nueva sede que, en muy poco
tiempo, había sido adaptada y puesta en
condiciones para alojar cómodamente a los nuevos
moradores. Y, para que no surgieran dudas,
malentendidos ni sospechas por ninguna parte, don
Bosco tituló la casa SEMINARIO DE MISIONES
EXTRANJERAS y mandó rotularlo así con grandes
caracteres en la puerta de entrada. Con esta
denominación, presentó el reformado colegio a las
autoridades eclesiásticas y civiles. Y así
empezaba para Valsálice una nueva etapa, rica en
gloriosas y abundantes alternativas.
BELGICA
La primera fundación salesiana en Bélgica lleva
el sello de una intervención especial del Cielo.
íCuánto había insistido, durante los tres años
precedentes, monseñor Doutreloux, obispo de Lieja,
((**It18.437**)) para
que don Bosco se decidiera a abrir una escuela
profesional en su
(**Es18.379**))
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