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CAPITULO XX
EN CUATRO NACIONES DE EUROPA
ESTABA ya don Bosco a las puertas de la eternidad,
cuando el número de casas salesianas, en Italia,
aumentaba en dos y otra experimentaba una notable
transformación. Francia y España daban vigoroso
impulso a las ya existentes; Inglaterra recibía a
los primeros Salesianos; Bélgica se hallaba a
punto de abrirles las puertas; Portugal seguía
solicitándolos; y, en otros países de Europa, los
periódicos continuaban ocupándose de la
Congregación y de su Fundador. Durante la última
enfermedad y después de la muerte de don Bosco,
llegaron al Oratorio centenares y centenares de
cartas de todas partes; fue un inmenso plebiscito,
del que es justo deducir cuán grande había sido la
irradiación de su santidad en el mundo de
entonces. Las páginas de este capítulo reflejarán
los últimos resplandores de su laboriosidad y
darán una prueba de su reconocimiento. Haremos
también un hueco para una digresión sobre lo que
se escribía y decía del Santo italiano en cierto
país encerrado dentro del tablero étnico del
Imperio austro-húngaro.
ITALIA
La fundación de Parma, tan deseada por Monseñor
Villa en 1879, había chocado con dificultades
insuperables. El obispo, fallecido en 1882, había
legado a don Bosco el ((**It18.433**))
exconvento de san Benito, que era de su propiedad,
con la obligación de abrir un hospicio en él, en
el plazo de tres años, pasados los cuales sin
llevar a cabo la fundación, la propiedad debería
revertir al Seminario. Mas, por defecto de forma,
no pudo cumplimentarse el testamento y tampoco
pudo entrar en posesión el Seminario, ya que no
tenía aptitud legal para poseer, en fuerza de la
ley de conversión del patrimonio de la Santa Sede.
Lo sustituyó la hacienda pública del Estado 1.
1 Ver vol. XV, pág. 267.
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