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((**Es18.371**) ((**It18.426**)) ECUADOR En la República del Ecuador, por cuanto se sabe, no hubo ningún eco público respecto a don Bosco y su Obra antes de 1885, cuando el señor Tobar, subsecretario de Instrucción Pública, expuso ante ambas Cámaras la conveniencia de invitar a los Salesianos. El los había conocido, estando en Chile, donde habían caído en sus manos periódicos argentinos, con artículos que hablaban de ellos. Al regresar a Quito, logró que el Superior de los Jesuitas le regalara el Don Bosco y su Obra del Obispo de Milo, con cuya lectura se formó una impresión cabal de la Congregación y de su Fundador. He aquí un párrafo de su intervención ante las Cámaras. Después de hablar sobre la necesidad de establecer buenas escuelas profesionales y demostrar que en el país no había maestros capacitados para ello, se preguntaba: <<>>Será posible obtener en el extranjero docentes que posean las cualidades indicadas?>>. Y respondía: <>. Trazaba después la historia, valiéndose de los datos del librito antes citado. Su propuesta encontró tan favorable acogida que el Presidente de la República, el señor José Caamaño, de acuerdo con el Arzobispo de Quito, monseñor José Ordóñez, decidió pedir a don Bosco que enviase a sus hijos a la capital del Ecuador. No se ocupó directamente de ello, pero ordenó al señor Ballen, cónsul general del Ecuador en París, que se entendiera con don Bosco; y éste lo realizó con una carta el siete de agosto de 1885. La respuesta fue tal como podemos imaginar fácilmente. Cortés agradecimiento, expresión de buena voluntad de acceder, ruego ((**It18.427**)) de espera por algunos años, dada la escasez de personal. No hubo réplica. Como quiera que el arzobispo debía ir a Roma, a principios del año 1887, no creyó el presidente que fuera mucho esperar un año y medio el aguardar a dar al prelado plena facultad para tratar la cuestión y llegar a alguna conclusión. A comienzos de enero de 1887, desembarcaba Monseñor en Francia y llegaba a Turín el día cinco. Su conversación con don Bosco fue muy amplia. El se propuso no querer partir hasta tanto que no se le prometieran al menos cuatro salesianos. Don Bosco, abrumado por (**Es18.371**))
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