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instrucciones para ponerse de acuerdo con V. P.
sobre el número de Salesianos necesarios para
dicho fin y sobre todos los puntos a determinar
para asegurar dicha fundación en lo porvenir. La
benemérita Congregación, de la que V. P. es
dignísimo Superior, ve así abrirse un nuevo campo
a sus afanes y yo hago votos para que pueda
recoger abundantes frutos>>.
((**It18.425**)) La
carencia de personal no era un subterfugio, sino
una realidad; por otra parte, instancias tan
autorizadas aconsejaban al menos una vía
intermedia no entre el sí y el no, sino entre
pronto y tarde. Esto es lo que debió sugerir el
expediente de responder que se encargaría a
monseñor Cagliero que tratara el asunto y que,
posiblemente, condescendiera. Precisamente por
aquellos días, monseñor Cagliero estaba de viaje
hacia Turín, donde podría estudiar el modo de
realizarlo; después sobrevino la muerte de don
Bosco. Y todo esto llevó su tiempo. Transcurridos
tres meses de su santa muerte, el cardenal
Rampolla, a quien de nuevo había acudido el
embajador colombiano ante la Santa Sede, repitió a
don Miguel Rúa la invitación. En efecto, le
escribía el veinticuatro de abril: <>.
í En buena hora! Había de por medio un año y
ocho meses, antes de aquella fecha, espacio
bastante considerable para llegar a algo concreto.
Se pudo, en efecto, fundar en Bogotá en abril del
1890 el Colegio León XIII, con escuelas
profesionales, iglesia pública y asistencia a los
emigrantes. En Colombia se hizo famoso muy pronto
un nombre nimbado de gloria, el de don Miguel
Unia, apóstol de los leprosos, al que todavía
admiran sinceramente los ciudadanos de toda clase
y color.
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