((**Es18.369**)
Vélez, embajador de Colombia ante la Santa Sede,
en la que le decía:<>. Y, después, en nombre de su Gobierno,
pedía que se estipulara cuanto antes un convenio
para el envío de algunos Salesianos a la capital
de la República. El Capítulo Superior respondió
agradeciendo su confianza, pero excusándose de no
poder atender su demanda, en razón de la escasez
de personal, frente a los muchos compromisos que
tenía pendientes. Pedía, por tanto, una dilación y
sugería, entre tanto, al diplomático que se
pusiera al habla con el procurador general, don
Francisco Dalmazzo, o mejor todavía, que se
pusiera en relación con monseñor Cagliero,
director general de las Misiones Salesianas.
((**It18.424**)) Casi
tres meses después, el 23 de enero de 1887, era el
Arzobispo de Bogotá, monseñor José-Telesforo Paúl,
de la Compañía de Jesús, quien pedía a don Bosco,
no una, sino dos obras, a saber: una escuela
profesional para la juventud pobre de la ciudad y
una misión para los salvajes de los alrededores.
Don Bosco dio una respuesta análoga a la anterior.
El embajador ante la Santa Sede no dudó en
ponerse en contacto con don Francisco Dalmazzo, de
quien creyó, después de repetidas conversaciones,
haber recibido buenas esperanzas; y de lo que
informó solícitamente a su Gobierno. El Presidente
de la República, que no esperaba otra cosa, le
telegrafió autorizándolo para entablar gestiones
con don Bosco. El embajador escribió a Turín el
once de julio y, el dieciocho de octubre, renovó
el Arzobispo sus instancias para su doble
finalidad.
Se trabajaba, además, entre bastidores; en
efecto, el once de noviembre, recibía don Bosco
una carta del Cardenal Rampolla, Secretario de
Estado, en la que le decía: <(**Es18.369**))
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