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tres abogados católicos de esta ciudad, los
señores Barros, Cox y Méndez. Los recomiendo con
toda mi alma a V. S. Ilma., especialmente al
primero, que es redactor de la Libertad Católica e
ilustre paladín de la Iglesia; también los otros
dos son muy buenos y capaces>>.
Estos señores eran primos entre sí y deseaban
estudiar la Obra de don Bosco en su origen.
Llegaron a Turín el siete de diciembre. Fueron
presentados por Monseñor y recibieron cordial
hospitalidad en el Oratorio; él mismo los acompañó
hasta el aposento de don Bosco. Uno de ellos
describe así el encuentro 1: ((**It18.418**)) <>.
Hizo que se sentaran junto a él y empezó a
hablar en voz baja y débil: -Los que no me
conocen, me buscan; pero los que me conocen, me
desprecian. No hace mucho que, en Francia, una
persona, al verme por la calle, señalándome dijo a
otra: -íMira, es don Bosco! Y ésta última me miró
extrañada y respondió: ->>Pero cómo? >>Es posible
que ése sea don Bosco? íPuf! Y me volvió con
desdén la espalda... >>Ustedes tres son abogados?
Pues bien, también yo soy abogado...contra el
demonio. Hemos combatido noche y día durante mucho
tiempo. Yo le he propinado buenos golpes, pero él
también me ha zurrado de lo lindo. Vean el mísero
estado en que he quedado.
Y el autor del artículo comentaba: <>.
Los visitantes no se atrevieron a prolongar la
conversación por miedo a cansarle; se levantaron y
en presencia de don Miguel Rúa, le dijeron:
1 Artículo del señor Méndez, en un número de
enero de la Libertad Católica. Escribió también el
diario de su viaje; una pariente suya publicó en
el Diario Ilustrado, del 10 de junio de 1930, la
parte que se refiere al 7 de diciembre.
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