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él mismo sentía deseos de volar allí donde era tan
grande la falta de sacerdotes. Sin embargo, le
daba un atisbo de esperanza, prometiéndole que en
septiembre, cuando se celebrara el Capítulo
General, se estudiaría la manera de reunir el
personal necesario. Que tuviese paciencia hasta el
próximo mes de octubre y entonces le daría una
respuesta más categórica 1.
((**It18.414**)) No
sabemos qué es lo que le escribió en octubre;
sabemos, en cambio, que en aquellos meses escribió
al Presidente, José Manuel Balmaceda 2. Nuestros
archivos no dicen nada de estos trámites hasta el
mes de febrero del año 1887. Es una desagradable
laguna, porque, en aquel espacio de tiempo, se
llegó a la conclusión de la cuestión. En efecto,
el día veintiuno de febrero se desarrolló en
Almagro (Buenos Aires) una ceremonia conmovedora.
En la iglesia de las Hermanas, ante el primer
altar de María Auxiliadora que se levantó en
tierras americanas, se reproducía en miniatura la
ceremonia de la despedida a los misioneros, que se
acostumbraba celebrar en el santuario de Valdocco.
Seis Salesinos, bajo la guía del joven sacerdote
don Evasio Rabagliati 3, dejaban las playas del
Atlántico, para llegar, a través de la cadena
andina, a las costas del Pacífico. Estaban
presentes todos los directores de la Inspectoría.
Predicó el inspector don Santiago Costamagna y
evocó la figura de don Bosco de un modo tan vivo
que les parecía a todos verlo allí mismo. Cinco
días después, enviaba una relación al Santo, que
comenzaba con estas palabras: <>.
El viaje fue largo y plagado de peligros 4. Es
de admirar el ánimo de los viajeros, ninguno de
los cuales estaba, no digamos avezado, pero ni
siquiera suficientemente informado de las
dificultades que encontrarían, después de pasar
Mendoza, al tener que cruzar montañas tan
escarpadas. Llegaron a la suspirada meta el día
seis de marzo. Una multitud de gente les esperaba
en la estación. Llegaron en compañía del Vicario
General, de don Espiridión Herrera y del joven
abogado Miguel Prieto, representante de la
juventud católica, los cuales se habían desplazado
a tres horas de tren de Concepción para salir a su
encuentro. Allí había personas de toda clase.
Algunos personajes del clero y del laicado los
acompañaban hasta las Religiosas de la
1 Ap., Doc. núm. 77.
2 Carta de don Evasio Rabagliati a don Bosco,
Concepción, veintidós de mayo de 1887.
3 Los otros cinco eran: los sacerdotes don
Espíritu Scavini y don Raimundo Daniele; los
clérigos Amerio y Burzio y un coadjutor.
4 Puede leerse la descripción en el Boletín de
julio de 1887.
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