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((**Es18.360**) El Gobierno ofrecía casa, iglesia y manutención. Una o más residencias en el territorio de Araucania ofrecerían un valioso apoyo a las misiones de la Patagonia, especialmente para abastecer a los misioneros, cuando se encontraban cerca de las faldas de los Andes, dado que, en tres o cuatro días, se habrían podido trasladar desde el lago Nahuel-Huapí a una residencia de sus Hermanos, sin necesidad de ir a Buenos Aires o a Patagones, puntos muy distantes. No habían transcurrido quince días cuando don Domingo Cruz volvía a insistir a monseñor Cagliero, para arrancarle una satisfactoria respuesta. No hay que creer que Monseñor mirase con indiferencia las proposiciones del Vicario, puesto que él proyectaba, en su próxima excursión, cruzar los Andes para ir a Concepción. Había, además, encargado a don Domingo Milanesio que, junto con don Bartolomé Panaro, iba a emprender una larga misión para subir hasta Malbarco ((**It18.413**)) al pie de la Cordillera, que llegara a dicha ciudad y la visitara. Don Domingo Milanesio estaba allí a primeros del año 1886 y quedó sorprendido al oír los elogios que se hacían de don Bosco y de los Salesianos. El mismo Presidente de la República, aunque de tendencias laicas, no ocultaba sus simpatías por la nueva Congregación. Un día le ofrecieron las Religiosas de la Providencia un libro, en el que se hablaba de la finalidad de los Salesianos, y le impresionó tanto que, como las religiosas le insistieran en que llamase a una Congregación para atender a los muchachos que ellas dejaban al llegar a cierta edad, les dijo: -Llamaré a los Salesianos. La llegada de don Domingo Milanesio fue una fiesta para el Vicario; le abrazó y le dijo: -Permítame que abrace a un hijo de don Bosco, que es el primero en llegar a nuestra tierra. El padre Milanesio vio que estaba muy bien informado de todo lo salesiano, puesto que era lector asiduo del Boletín. Dio una amplia información de esta visita a don José Lazzero, en carta del día dieciséis de marzo, a fin de que informase a don Bosco. El día primero de mayo escribió el Vicario directamente a don Bosco una larga carta, exponiéndole sus dos proyectos, pidiéndole al menos seis sacerdotes y algunos que no lo fueran, comprometiéndose a pagar los gastos del viaje de todos. Don Bosco indicó a don Carlos Viglietti los términos de la respuesta para que la redactase en castellano y él la firmó. El Siervo de Dios hubiera enviado con gusto cincuenta misioneros, que no seis, a la diócesis de Concepción, si hubiera sabido de dónde sacarlos; más aún, aunque era viejo y estaba enfermo, (**Es18.360**))
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