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salesiana, las noticias más seguras referentes a
la parte que tuvo en ello don Bosco y las iremos
exponiendo ordenadamente en el presente capítulo.
CHILE
Hubo un celosísimo cooperador salesiano, don
Domingo Benigno Cruz, vicario general de
Concepción, en Chile, el cual, dolido ante la
vista del abandono con que vagabundeaban los
muchachos de las clases menos pudientes, pensó que
no había otro medio de salvación mas que la ida de
los Salesianos. No era el único que pensaba así;
varios obispos chilenos habían manifestado la
misma convicción. Animado por esta coincidencia,
empezó y mantuvo una activa correspondencia
epistolar con monseñor Cagliero, contandole las
necesidades allí existentes y pidiéndole ayuda.
Y mientras él mantenía esta correspondencia,
otro actuaba estimulado por él. Su secretario, don
Espiridión Herrera, sacerdote de muy buen
espíritu, y buen cooperador salesiano, tenía
preparado para los deseados Salesianos un terreno
cuadrado de ciento veinticinco metros de lado y un
edificio en vías de construcción, una parte del
cual servía ya para albergar una docena de
muchachos pobres que, bajo su propia dirección,
aprendían un oficio lo mejor posible. Habiendo
leído en el Boletín Salesiano los principios del
Oratorio, había reunido y estaba educando ((**It18.412**)) a
aquellos muchachos según el sistema de don Bosco,
aunque las ocupaciones de su cargo y del sagrado
ministerio no le permitían una dedicación
continua. Por tanto, allí se hubiera podido
establecer una escuela profesional, cuya urgencia
apremiaba, puesto que los masones ya habían
fundado una, con grave daño y cada vez mayor
peligro para los muchachos del pueblo.
Don Domingo Cruz acariciaba, ademas, otro
proyecto. El vasto territorio de Araucania,
poblado por pequeñas tribus indias, dependía de la
diócesis de Concepción. La mayor parte de aquellos
salvajes estaba sin bautizar y había vivido
siempre en guerra con la población civil; pero
finalmente el Gobierno chileno los había dominado
y sometido a la ley del Estado, y había atraído a
sus tierras incultas millares de colonos
italianos, suizos y alemanes, de forma que se creó
un conjunto de católicos, protestantes e infieles.
Urgía, pues, atender a las imperiosas necesidades
espirituales de tanta gente. La extraordinaria
escasez de clero diocesano no permitía enviar allí
ni un sacerdote. Por eso, el buen Vicario invocaba
también el auxilio de los Salesianos.
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