((**Es18.35**)
-íSiempre con vuestro latín!, le replicó don
Bosco. Ese no es un texto de la Escritura.
-No importa; di tú otras palabras si te sientes
capaz de hacerlo. En éstas está comprendido todo;
basta estudiarlas bien. Iniquitates eorum porta...
Ahora puedes añadir lo que quieras.
-Portavimus? portamus?
-Lo que quieras: portavimus, portamus,
portabimus. Piensa bien en estas palabras,
estúdialas y hazlas estudiar a tus sacerdotes y te
darás cuenta de todo lo que tiene que suceder.
Después lo condujo detrás de la fuente a un
lugar elevado, desde donde se distinguía Capriglio
con sus caseríos, los caseríos de Buttigliera y
también Buttigliera y otros diseminados acá y
allá, y señalándolos le dijo:
->>Qué diferencia hay entre estos pueblos y los
de Patagonia?
-Pero es que, le respondí, yo querría hacer el
bien aquí y allá.
-Si es así, conforme, replicó mamá Margarita.
Entonces le pareció que su madre se iba a
marchar y, como su fantasía estuviese muy cansada,
se despertó.
Después del relato hizo esta observación:
-El lugar al cual me condujo mi madre es muy a
propósito para levantar alguna obra, pues es como
el centro de muchos caseríos que no tienen
iglesia.
Don Miguel Rúa, en la circular que hemos citado
más arriba, aludía a las audiencias, que le
ocupaban, además de las confesiones. La fatigosa
atención de las audiencias duraba siempre varias
horas al día; pero sólo se conserva memoria de dos
visitas muy diferentes entre sí.
El día tres de enero fue a visitarlo un abogado
francés; lo enviaban, como él decía, los Borbones.
Hizo a don Bosco una larga exposición para decirle
que se trataba de restaurar en toda Europa las
antiguas dinastías borbónicas, empezando por
España, y que, en nombre de los príncipes de
dichas Casas, le pedía su consejo y su bendición.
((**It18.29**)) Don
Bosco le dejó hablar cuanto quiso. Por último,
para arrancarle una palabra, le preguntó el
forastero:
->>Cuál sería el parecer de don Bosco en este
asunto?
-No soy juez competente en estas cuestiones,
respondió. Apenas si conozco el nombre de algunos
pretendientes. Por otra parte, yo me siento muy
deudor de Francia; allí hemos levantado varios
hospicios, sostenidos por la caridad de los
franceses. Y no debo abusar de la hospitalidad que
me han dispensado. Por tanto, no sabría dar ningún
consejo. Con todo observaré que no sería prudente
determinarse por una empresa, si no se cuenta con
medios seguros para una probable victoria.(**Es18.35**))
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