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Y les hacen trabajar de firme, por los pocos
alimentos, harapos y enseñanza que les dan, si es
verdad que se lo dan.
Además del orfanato, visitamos la iglesia, que
no es más que un gran salón con dos bancos a los
lados, una mesita, una especie de cátedra y una
estufa en medio. Colgados de las paredes había
unos cartelones con unas inscripciones en grandes
letras, en algunos de los cuales se lee: W. the
Queen! (íViva la Reina!) W. the Republic! Nos
dijeron que también servía para escuela de los
indios.
Visitamos, además, dos casas de familias
indígenas, íAy!, se quiebra el corazón sólo al
recordarlas. Unas mujeres andrajosas en derredor
de una estufa, una especie de camastros con tablas
y hojarasca en los rincones, unos pocos guiñapos
colgando de las paredes, algún cacharro de lata y
algunas botellas formaban todo el ajuar de
aquellas familias, amontonadas en aquellas
insalubres chozas. Y sabe Dios cuánto les habrán
costado aquel sombrajo y aquellos enseres.
Mas no crea que sea lo mismo para el reverendo
misionero, su esposa y su ((**It18.390**))
familia. íAh, no! Ellos viven en un cómodo y buen
chalet, provisto de todo cuanto puede hacer
agradable la vida, no sólo en un desierto a
cincuenta y cinco y más grados de latitud sur,
sino hasta en el mismo Buenos Aires: es un bonito
palacete ricamente amueblado y tapizado, con
ventanas de doble cristal, con postigos y
persianas dentro y fuera. Y no hablemos de
manjares y licores, de conservas y dulces, de
salsas de toda clase que los fastuosos ingleses
han sabido inventar, porque el mejor gastrónomo
quedaría desconcertado.
>>Y qué puedo decir yo, ignorante y profano
como soy en esa ciencia? Si tuviera que describir
los lunchs y los banquetes que el exmisionero
Bridges, actualmente rico negociante y
propietario, daba a los comandantes de los barcos
argentinos, me encontraría muy apurado para
encontrar términos adecuados y suficientes.
Bástele saber que, a más de lo dicho, tiene
siempre huevos y pollos, y también chuletas en
abundancia; carne de caza y de pesca, no se diga;
los indios que son buenos cazadores y buenos
pescadores le proveen de cuanto desea; en cuanto a
la leche fresca y en conserva no tiene que
envidiar a nadie. Posee en distintos puntos de la
isla abundantes vacadas y vende carne, a veces, a
cinco escudos, veinticinco francos la arroba 1,
Verdaderamente el capitán Bove, que guió una
expedición a la Tierra del Fuego el año 1882, hizo
los más lisonjeros elogios del reverendo Bridges,
a quien antes mencionamos, y resulta fácil
adivinar el porqué. Al principio, el señor Bridges
lo miró con prevención; pero después lo trató
espléndidamente durante varios días, poniendo a su
disposición sus dos barcos, tras el conocido
naufragio; por este motivo y porque pensaba volver
por allí, el explorador italiano hizo tantas
alabanzas de su huésped. Y con todo es muy extraño
que, llevando ya tantos años en Argentina en
tiempos de monseñor Fagnano, los misioneros
ingleses no conocieran el español; y que no
enseñasen a los que convertían más que a
chapurrear el inglés. Cuando don José
1 Lo de los lunchs y los banquetes, lo he
sabido por algunas relaciones con los comandantes
de los barcos (nota de don José María Beauvoir).
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