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No obtuvo respuesta. Repitió las mismas
palabras varias veces, alzando cada vez más la
voz; pero él no se daba por enterado. Entonces
ella se quedó quieta, contemplándolo durante casi
diez minutos, hasta que le vio santiguarse y hacer
una inclinación de cabeza tan reverente como no
puede describirse. Colocó entonces las manos sobre
la mesa, con expresión de alegría, se percató de
la presencia de la Hermana, hizo como un gesto de
sobresalto y dijo:
-íOh, sor Felicidad, me ha asustado!
-Padre, respondió ella, he pedido permiso
varias veces, pero usted no me oía.
-Cabalmente, observa la Hermana en su relación,
en aquel tiempo don Bosco no podía mantenerse en
pie, si alguien no lo sostenía; pero durante aquel
coloquio celestial, se mantenía en pie sin ningún
esfuerzo.
Cuando don Juan Bautista Lemoyne escuchó la
relación de la Hermana, después de la muerte de
don Bosco, demostró una complacencia cada vez más
viva, y al fin exclamó:
<<->>Sabe usted, sor Felicidad, que también yo
vi algo igual en la casa de Foglizzo? La misma
postura de brazos en alto, el rostro sonriente, de
aspecto celestial, radiante de luz blanca,
((**It18.378**)) en
actitud de quien escucha, afirmando con la cabeza
de vez en cuando, precisamente como usted dice y
después retirarse con una inclinación reverente de
cabeza y haciendo la señal de la cruz. íHemos sido
afortunados los dos!>>.
En una carta que nos escribió la Hermana, el
día 18 de julio de 1930, decía que don Juan
Bautista Lemoyne le precisó el día y las
circunstancias, pero que ella no se recordaba. Es
probable, por no decir cierto, que ello sucedió el
día veinte de octubre siguiente.
Un día en que hablaba con don Felipe Rinaldi,
director entonces de San Juan Evangelista,
salieron de sus labios graves palabras. Cuando él
entró en su habitación estaba el Santo observando
un mapa. Y, señalando Australia con el dedo, dijo
que también allí irían los Salesianos.
-íPero pasará tiempo!, respondió don Felipe
Rinaldi.
-Irán, ciertamente irán, replicó don Bosco.
Después, señalando España, añadió:
-Este será tu campo de acción.
Ello se cumplió dos años después; pero no se
verificó, hasta ahora (marzo 1936), aunque los
acontecimientos parece que lo hacen temer, lo que
después de unos instantes de pausa agregó. Habló
él de tres revoluciones pavorosas, de las que
sería teatro y víctima aquella católica
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