((**Es18.326**)
las obras salesianas, le aconsejaba vender
aquellos inmuebles de los que pudiera deshacerse y
entregarle a él o a sus representantes el dinero
percibido. Ella le explicó los motivos que se
oponían a la ejecución de aquel plan, pero
diciéndole que, no obstante, pasaría a él sus
créditos. Don Bosco, que desconocía tales
circunstancias, encontró justas sus observaciones
1.
La bienhechora no dudó en demostrar su buena
voluntad, ya que en julio le envió la cantidad de
quince mil liras, que el Santo le agradeció con
esta carta.
Lanzo, 26 de julio de 1887
En este momento recibo su generoso donativo
para nuestros huérfanos y nuestros misioneros que
consumen su vida por ellos. Hacía cuatro días que
debía empezar a preparar la expedición para Quito
y Chile y esperaba como maná del Cielo un socorro
especial, que fue el suyo. Dios la bendiga. Sólo
El sabe las almas que con su donativo se salvarán;
y estas almas, que por su gran caridad irán a
gozar de la gloria del Paraíso, pedirán muy
especialmente por usted y sus parientes vivos y
difuntos.
Bendito sea Dios que le inspira hacer obras
buenas durante su vida; así está cierta de
haberlas asegurado.
Dispongo que todos nuestros huérfanos hagan al
menos una santa Comunión según su piadosa
intención. Hoy son más de trescientos mil.
Me cuesta mucho trabajo escribir; mis días
corren velozmente a su fin; espero una visita suya
a nuestros queridos muchachos de Turín, o a los de
otra casa; pero espero estar absolutamente seguro
de verla, un día, gloriosa en la eterna
bienaventuranza.
Que Dios nos bendiga y María sea nuestra guía
hasta el cielo. Amén.
Turín, 26 de julio de 1887.
Su
atento y seguro servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
A mediados de enero de 1888, habiéndose
enterado de que mejoraba la salud de don Bosco,
escribió a don Miguel Rúa: <<íBendito sea el Señor
mil y mil veces por habernos conservado, esperamos
que para mucho tiempo, una tan preciosa
existencia! Don Bosco es para mí como un segundo
padre y ((**It18.374**)) puede
fácilmente imaginarse cómo temblaba al llegar el
periódico; mi corazón palpitaba con violentos
latidos, buscando noticias del querido enfermo.
María Auxiliadora ha escuchado las muchas súplicas
a Ella dirigidas, bendita sea por siempre>>.
Por san Cayetano, don Bosco había escrito al
cardenal Alimonda, manifestándole su felicitación
y prometiendo sus oraciones y las de
1 Ap., Doc. núm. 72. A-B. Son dos cartas que
don Bosco solamente firmó.
(**Es18.326**))
<Anterior: 18. 325><Siguiente: 18. 327>