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((**Es18.298**) y para la sociedad. Brindo en honor de monseñor Kirby, con quien me une imperecedera amistad. Monseñor Kirby respondió, en nombre de todos los Cooperadores y Cooperadoras, diciendo que él y sus amigos tendrían en cuenta sus palabras, como si fueran un testamento, y le aseguraba que harían cuanto estuviera a su alcance para realizar fielmente su inspirada voluntad y que el hospicio se llevara a cabo como era su deseo. A las tres y media, dio su conferencia en francés monseñor Carlos Murrey de Lyon, auditor de la Rota en Francia. Manifestó la oportunidad de la obra de don Bosco, en favor de la juventud pobre y abandonada y los consoladores frutos ya obtenidos 1. A las cinco, predicó sobre el Sagrado Corazón de Jesús el elocuente orador sagrado monseñor Homodei Zorini, misionero apostólico. Después, los cantores de Valdocco interpretaron las vísperas de Aldega. Y, al anochecer, se iluminaron profusamente la fachada, el campanario, la iglesia y el hospicio, según el plano diseñado con buen gusto por un clérigo salesiano: ello atrajo durante varias horas la atención de mucha gente que acudía hasta de barriadas apartadas de la ciudad. El cardenal Plácido Schiaffino, de los olivetanos, celebró el segundo día la misa de comunión general. Aquella mañana quiso don Bosco bajar a la iglesia para celebrar la misa en el altar de María Auxiliadora. Durante el divino sacrificio se paró por lo menos quince veces, víctima de una gran emoción y llorando. Don Carlos Viglietti, que le acompañaba, tuvo que ayudarlo de vez en cuando para que pudiera continuar. Al acabar, cuando se alejaba del altar para dirigirse a la sacristía, la gente conmovida se agolpó a su alrededor, besándole los ornamentos y la mano que llevaba libre del cáliz, y siguiéndole hasta la sacristía. Allí le pidieron todos a una voz que les diera la bendición. -Sí, sí, respondió. Y subió los tres escalones de la puerta que comunica la primera con la segunda sacristía, se volvió hacia atrás, levantó la mano derecha, pero ((**It18.341**)) rompió a llorar de repente y, cubriéndose el rostro con ambas manos, repetía con voz ahogada sin poder terminar la frase: -Bendigo... bendigo... Hubo que tomarlo suavemente por el brazo y llevarlo adelante. 1 La conferencia aparece, ampliamente resumida, en el Boletín francés de julio de 1887. Las noticias relativas a la permanencia de don Bosco en el Sagrado Corazón, fueron proporcionadas por el coadjutor D'Archino que fue testigo ocular. (**Es18.298**))
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