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Mientras don Bosco estaba en el Vaticano, habían
llegado desde el ((**It18.334**))
Vicariato a la iglesia del Sagrado Corazón las
reliquias que se debían colocar en el ara del
altar mayor. El relicario, herméticamente cerrado
y sellado, contenía un trocito de la cuna del Niño
Jesús y reliquias de los santos apóstoles Pedro y
Pablo, del apóstol Santiago, del mártir san
Lorenzo y del patrono san Francisco de Sales. Se
colocaron en una urna dorada y se expusieron a la
veneración en la capilla antigua; a las nueve de
la noche, se cantó el himno de los Mártires, y
prosiguieron después los oficios del rito en el
silencio de la noche.
Don Bosco había indicado que se pidieran a la
Sagrada Congregación de Ritos algunos favores
espirituales, como el de poder celebrar la misa
del Sagrado Corazón en los tres primeros días
después de la consagración y la indulgencia
plenaria desde el día catorce al diecinueve, en la
forma acostumbrada, a más de la indulgencia de
siete años y siete cuarentenas cada vez que, al
menos con el corazón contrito, se hiciese
solamente una visita a la iglesia 1.
Un Oficio Sacro del Cardenal Vicario, con fecha
del día dos de mayo, comunicaba a los fieles la
próxima consagración y el horario de las funciones
sagradas en los días sucesivos. En él se decía que
era un <>, a cuya
construcción había concurrido <>. De donde se deducía: <((**It18.335**))
cuantos sienten celo por la gloria de Dios,
encontrarán en su fervor un nuevo incentivo para
concurrir, con sus limosnas, a que el sagrado
templo esté pronto dotado de todo lo necesario
para el culto, y sea menos indigno del Dios que
está para venir y habitar en él con su amorosa
presencia>>.
Al hablar de penas y trabajos, el documento del
Vicariato decía una gran verdad. Fueron
efectivamente siete años de penas y trabajos
1 Ap., Doc. núm. 67.
(**Es18.293**))
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