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cuerpo exige su debido reposo para poderlo emplear
en obras que son de la mayor gloria de Dios.
-Santo Padre, dijo entonces don Miguel Rúa;
nosotros estamos dispuestos a obedecerle; pero es
don Bosco quien nos da mal ejemplo en esto.
Sonriéronse un poco; después don Miguel Rúa
pidió y obtuvo que le permitiera solicitar una
gracia. Explicó al Padre Santo ((**It18.333**)) el
grave entorpecimiento que resultaba para el
desarrollo de nuestra Pía Sociedad el decreto de
la Sagrada Congregación de Ritos que prescribía el
examen de dos o tres comisiones para los
aspirantes de la Sociedad Salesiana, mientras que
resultaría mucho más fácil, de acuerdo con las
concesiones de Pío IX, confiar este examen al
Capítulo local de cada casa, que, a continuación,
enviaría su votación al Capítulo Superior para el
juicio definitivo. El Papa le respondió que
estimaba en mucho las razones expuestas; que se
presentara por escrito la súplica y por el camino
más seguro, esto es, por medio de monseñor Della
Volpe, para que se la hiciera llegar a él mismo,
que con gusto haría lo demás. La dispensa de la
observancia de los decretos para la admisión y
aceptación a los votos se concedió después para
cinco años 1.
Diole, por fin, una amplia bendición y se
despidió de don Bosco con mucho cariño haciendo
que le acompañasen hasta la escalinata. A su paso,
los guardias suizos se cuadraron en su honor. Don
Bosco, sonriendo, les dijo:
-íNo soy ningún rey! Soy un pobre cura jorobado
y no valgo nada. Estad tranquilos.
Y aquellos guardias se acercaron a él y besaron
reverentemente su mano. Algún día antes de la
audiencia, habiéndose presentado al Santo Padre su
propio sobrino, el conde Pecci, para que lo
bendijera junto con su familia, el Papa le había
dicho que fuera a don Bosco a pedir la bendición;
y así lo hizo el día trece por la mañana 2.
Poco tiempo después, encontrándose la Madre
Daghero, Superiora General de las Hijas de María
Auxiliadora, en presencia de Su Santidad dijo el
Pontífice:
-íOh! Aquí tenemos una religiosa de don Bosco.
Y volviéndose después a los prelados y
Cardenales que le rodeaban, añadió:
-Esta es una de las hijas afortunadas del Santo
don Bosco 3.
1 Actas del Cap. Sup., 12 de septiembre de
1887.
2 Summ. sup. virt. De fama sanctitatis, núm.
XIX, & 6 (testigo don Francisco Dalmazzo).
2 Esto lo supo monseñor Cagliero por el
cardenal Guarino, arzobispo de Mesina, y por la
misma Madre Superiora, y lo atestiguó en los
procesos (Ib., & 10).
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