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-Tened siempre cuidado de lo que podrá decir de
vosotros el Señor, no de lo que digan los hombres,
en bien o en mal.
Y observaba Monseñor 1: <>.
El deseo y la necesidad de abreviar lo más
posible su permanencia en Roma aconsejaban a don
Bosco que solicitara la audiencia pontificia;
cuando he aquí que, el día once por la tarde, el
mismo maestro de cámara, monseñor Della Volpe,
acompañado por monseñor Volpini, secretario de la
correspondencia en latín, le llevaba la
invitación. Fue para don Bosco una gran
satisfacción conocer al primero y ver de nuevo al
segundo, porque quería recomendarles que
obtuvieran del Padre Santo una audiencia para los
muchachos cantores del Oratorio.
Su audiencia estaba fijada para la víspera de
la consagración, a las seis de la tarde.
-Por la tarde recibo yo a mis amigos, dijo una
vez Pío XI a un prelado francés, queriendo darle
evidentemente una prueba de benevolencia. Pero
también sus últimos antecesores tenían la misma
costumbre de recibir al atardecer a las personas
de su confianza.
El día y la hora establecida, esperaba don
Bosco en la antecámara del Papa. Mientras estaba
silencioso y recogido, oyóse un leve rumor de
pasos sobre el pavimento de la sala contigua; era
la llegada de León XIII ((**It18.330**)) que,
acompañado de su séquito, volvía del paseo por los
jardines de Vaticano y entraba en su biblioteca
particular. Pocos minutos después era introducido
don Bosco.
El Papa lo recibió con alegría y no permitió
que se arrodillara para el beso del pie, sino que
indicó a monseñor Della Volpe que le acercara un
silloncito. Y, habiéndolo colocado a cierta
distancia, el Papa lo acercó más hacia sí, hizo
que don Bosco se sentara, tomó su mano derecha y
estrechándola cariñosamente entre las suyas,
repetía:
-Querido don Bosco, >>cómo está? >>Cómo se
encuentra?...
Después se levantó y añadió:
-Don Bosco, quizás siente un poco de frío, >>no
es verdad?
Y, así diciendo, fue a tomar una gran capa de
piel y, volviendo a él, le dijo con mucha
confianza:
->>Ve usted esta preciosa capa de piel de
armiño que me han regalado hoy por mi jubileo
sacerdotal? Quiero que sea usted quien la estrene.
1 Sagre Cuneesi a don Bosco Santo. Gros Monti.
Turín, 1935, pág. 2.
(**Es18.289**))
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