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-Yo no regateo con las limosnas, dijo el Santo;
sólo digo que hagan un donativo proporcionado a
sus alcances.
El señor colocó entonces sobre la mesa un
billete de quinientas liras. Don Bosco hizo una
breve oración y bendijo a la enferma, la cual se
sintió inmediatamente curada; movía el brazo en
todas direcciones y no cabía en sí de gozo 1.
No habían hecho más que salir los esposos,
cuando se presentó un grupo de seminaristas del
seminario Pío, que iban a dar gracias a don Bosco
por un gran favor. El día diez le habían llevado
un compañero sordo desde hacía dos años, para que
lo bendijera. Don Bosco, conforme su costumbre, se
había recogido un poquito en oración, lo había
bendecido y le había susurrado una jaculatoria al
oído. Por el momento no se advirtió ninguna
novedad; tanto es así que en seguida se
despidieron los seminaristas. Pero, cuando se
encontraron fuera, se dieron cuenta de que el
sordo oía perfectamente todo lo que ellos decían;
y él, por su parte repitió la jaculatoria que don
Bosco le había susurrado al oído minutos antes.
Su primer pensamiento fue correr a casa para
comunicar a todos la sorprendente noticia; y los
superiores los mandaron después a darle las
gracias.
Un jueves fueron a visitarle los alumnos de un
curso del Seminario Lombardo, entre los cuales se
encontraba el que hoy es arzobispo de Perugia,
monseñor Juan Bautista Rosa. <>.
->>Qué deseáis?, les preguntó
-Don Bosco, queríamos verle.
-Ya, añadió, íverme! Seguramente por lo que
dicen de mí las gentes. Pero >>qué dirá de mí el
Señor?
((**It18.329**)) Y, al
decir estas palabras, alzó los ojos al cielo,
dirigiéndolos después a los seminaristas con
ternura y arrasados de lágrimas.
-Don Bosco, insistieron ellos; díganos una
palabra de recuerdo que nos guíe en nuestra futura
vida sacerdotal; y bendíganos, don Bosco.
El Santo alzó su mano temblorosa y los bendijo.
Después, con el pensamiento siempre fijo en el
juicio de Dios, les dio este aviso:
1 Otro señor parece que no pensaba de la misma
suerte. Visitó allí a don Bosco y le prometió una
limosna de cien mil liras si le obtenía una gracia
de la Virgen.
-Me contentaría con una taza de café, le
respondió el santo.
-Y >>cómo es posible?
-Porque es mejor una taza de café hoy que cien
mil liras mañana.
(**Es18.288**))
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