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((**Es18.284**) acompañase música muy selecta; reclamó su atención el coro de los muchachos de Valdocco y se dirigió a don Bosco, comprometiéndose naturalmente a pagar todos los gastos y entregar la debida recompensa. Era lo más oportuno que se podía desear, y no surgieron dificultades que entorpecieran el proyecto. El numeroso grupo convenientemente dispuesto salió de Turín el día cinco de mayo, acompañado por varios superiores y dirigido por Dogliani. La escolanía se componía de treinta sopranos, veintidós contraltos, nueve tenores y siete bajos; y los acompañaban tres maestros insignes: Petrali de Bérgamo, Galli de Milán y Bersano de Turín. Los ensayos despertaron en Génova extraordinaria expectación. El Cittadino del día ocho escribía: <>. Las fiestas duraron tres días, durante los cuales los cantores del Oratorio admiraron a la población y a los forasteros, no sólo por su maestría en el canto, sino también por su edificante comportamiento en la iglesia y fuera de ella 1. ((**It18.324**)) Había el inconveniente de tener que ir después de la misa a Sampierdarena para la comida y volver en seguida a la ciudad para las vísperas. Un rico fabricante de pianos, el señor Juan Ferrari, que 1 El Cittadino del día nueve decía: <>Muchos sostenían que, en aquella ocasión, se habían permitido voces femeninas, cuando no eran más que las de los alumnos salesianos las que resonaban por las amplias bóvedas de San Lorenzo. El maestro Dogliani, también él del Colegio de don Bosco, era quien dirigía los coros y los había ensayado; a él se debe, por tanto, la máxima parte del mérito. Quien pudo asistir de cerca a la ejecución, quedó maravillado del orden, el comportamiento y la atención que reinaba entre tantos cantores, que también influían en los profesores de la orquesta. y cómo cada uno cumplía su parte a conciencia, sin esfuerzo, sin visajes y sin aquella actitud teatral que, en otras circunstancias, pudo considerarse como un mérito, pero que está fuera de lugar en la casa de oración. Aquellas vocecitas ingenuas, finas, delicadas, sin esa articulación nasal o gutural, que estamos acostumbrados a oír en los cantores jóvenes, que alguien llamó voces sin carácter, porque no eran de mujer ni de niño. Son voces de ángeles, le respondió otro, y nosotros con menos poesía decimos: son voces de muchachos buenos, bien instruidos y educados en la ejecución del canto sagrado, como saben instruirlos y educarlos los Salesianos>>. Y en el número del día once: <>. Y, volviendo al asunto el día veintitrés, enjuiciaba así la ejecución de las misas: <>. (**Es18.284**))
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