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Junto a don Bosco estaba asiduamente el
Príncipe Czartoryski que esperaba encontrar en
Roma el camino para llegar a conseguir su ideal de
vida religiosa.
Como salió de Turín, sin haber obtenido una
palabra decisiva y firme en su propósito de no
dejar Italia sin resolver su asunto, pensaba poner
su suerte en manos del Papa. Con esta idea no le
pareció demasiado prolongada la espera de un mes
para conseguir la oportunidad y el honor de una
audiencia pontificia.
No fue recibido hasta después de la
consagración de la iglesia, cuando don Bosco ya
estaba en Valdocco.
También León XIII, teniendo en cuenta su alta
alcurnia, le insinuó que eligiera la Compañía de
Jesús, como más adaptada; pero, cuando escuchó que
ninguna orden colmaba tanto sus deseos como la
Sociedad Salesiana, no sólo no insistió, sino que
aprobó sus designios. Y, al oírle decir que don
Bosco dudaba en admitirlo, reflexionó un momento y
le dijo:
-Volved a Turín, presentaos a don Bosco,
llevadle la bendición del Papa y decidle que es
deseo del Papa que os acepte entre los Salesianos.
Sed perseverante y rezad.
Como el Príncipe hiciera referencia a las
dificultades procedentes de su familia, el Papa le
interrumpió y dijo:
-Ante todo, hágase la voluntad de Dios.
Confortado con las palabras del Vicario de
Cristo, voló a Turín, volvió a entrevistarse con
don Bosco quien, más que otra cosa, había querido
poner a prueba su vocación y en seguida partió
para París, donde le esperaba una prueba bastante
más difícil por parte del padre.
Antes de poner fin a la narración del viaje de
don Bosco y de su llegada a Roma, nos llama
momentáneamente a Turín la dolorosa noticia de la
muerte de una persona muy querida. Faltaban pocos
días para este viaje, cuando, presintiendo que la
ausencia de don Bosco no sería de corta duración,
había ido a visitarle y desearle un buen viaje el
teólogo Margotti el cual, después de una larga y
cordial entrevista, le entregó un buen donativo,
para la iglesia del Sagrado Corazón. >>Quién
hubiera imaginado ((**It18.317**)) que no
volverían a verse en esta tierra? Una enfermedad
fulminante llevó a la tumba a Margotti el día seis
de mayo, entre el dolor de muchos amigos y el
respeto y consideración de no pocos adversarios.
Es justo dejar en estas Memorias una breve noticia
de un amigo tan sincero y de un constante
bienhechor, que mantenga su recuerdo entre los
Salesianos de las generaciones futuras; y más aún,
porque un olvido general ha rodeado el recuerdo
(**Es18.278**))
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