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casa y la iglesia del Instituto para huerfanitas
de Vallecrosia, junto a Ventimiglia, han quedado
((**It18.298**)) en
ruinas y exigen que se reparen y vuelvan a
levantarse prontamente. En estos momentos estoy
falto de medios económicos; y, si usted puede
ayudarme, le pido que lo haga por amor de Dios.
Ciertamente María le recompensará con gracias
especiales, que derramará abundantemente sobre
todos sus hijos y demás familiares.
Que el Señor le bendiga y conserve con buena
salud, mientras tengo el honor de profesarme con
agradecimiento.
De V. S.
(Sin fecha)
Atto. y s. s.,
JUAN BOSCO, Pbro.
P.D. Soy viejo y estoy casi ciego; compadezca
mi mala escritura.
Estaba también en Génova el señor Rafael
Cataldi, rico banquero y caritativo cristiano.
Habiendo sido Liguria teatro del desastre, vio el
Santo en esta circunstancia un motivo más para
implorar su socorro 1.
Queridísimo señor Rafael Cataldi, banquero:
Ha pasado ya bastante tiempo desde que tuve el
honor de poderle saludar personalmente; pero no me
he olvidado de rogar a Dios por usted y su familia
todos los días. Un motivo muy grave hace que hoy
me acuerde de usted y de su caridad. El reciente
desastre sufrido con el terremoto ha afectado, más
o menos, a todas nuestras casas de Liguria; pero,
sobre todo, al hospicio, iglesia y escuelas de
Valle Crosia, junto a Ventimiglia, que han quedado
destruidas. Reclaman inmediata reparación y nuevas
construcciones. Y yo no puedo proveer a estas
necesidades en un momento de tanta escasez.
>>Podría usted ayudarme? Se lo suplico, por amor
de Dios, que ciertamente se lo pagará con creces.
Ya estoy viejo y medio ciego; tenga compasión
por tanto de mi mala letra.
Me acuerdo de su familia y de su santo padre.
Rogaré de corazón a la Santísima Virgen para que
proteja a todos y los guíe siempre por el camino
del cielo. Amén.
Con suma gratitud, siempre suyo en J. C.
(Sin fecha)
Atento y seguro servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
((**It18.299**)) El
reverendo Varettoni, párroco de Río San Martino,
en el vecindario de Mirano, provincia de Venecia,
le había enviado espontáneamente una buena
limosna; y don Bosco se lo agradecía así:
1 Vol. XVII, pág. 765.
(**Es18.263**))
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