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A propósito de París, dijo don Miguel Rúa que
don Carlos Bellamy, después de pasar todo un día
recorriendo la ciudad, no había recogido más que
siete francos. Don Bosco replicó:
-En estos casos de necesidad, el Director haga
litografiar un centenar de cartas que digan: <>. De este modo, se recogerá algún dinero; de
otra forma, si se va a hacer una visita
inesperada, de improviso, sin ser conocido, sin
presentar el propio título y autorización, no se
consigue nada. Podríase, además, imprimir una
tarjeta de visita, en la que, debajo del propio
nombre, se pusiera: Recomiendo al Señor...
(dejando espacio en blanco, para escribir después
el nombre a mano) a los pobres muchachos de la
casa tal, de la que soy Director, rogándole me
tenga presente en su caridad. Estas tarjetas de
visita ((**It18.269**)) se
podrían imprimir para todos los directores de las
casas que viven de beneficencia. Hasta se podría
poner en ella la frase: El que da a los pobres
será recompensado con largueza por el Señor.
Don Pablo Albera pidió que se le autorizara
para comprar un terreno que encuadraba el patio de
la casa de San León; se deberían pagar veinte mil
francos ante notario. El Capítulo lo aprobó y dijo
don Bosco:
-También, en este caso, se podría repartir una
circular, después de firmado el compromiso con el
propietario, en la que se dijera: <>. Y se visita hoy a un Cooperador, mañana
a otro, llevando un cuaderno en el que se van
recogiendo las firmas.
Rióse el Capítulo al ver con qué facilidad
encontraba don Bosco soluciones prácticas para
obtener limosnas y siguió diciendo:
-Antes, yo podía trabajar, yendo de acá para
allá en busca de dinero; pero ahora me limito a
trabajar continuamente con la imaginación. Trazo
un proyecto, examino el pro y el contra, lo
determino, lo establezco... Ahora se trata de la
compra de ese terreno. Pues bien, que me mande don
Pablo Albera una lista de los señores más
influyentes de Marsella; yo les escribiré y alguna
gracia de María Auxiliadora hará lo demás.
En otra ocasión ya se había tratado de la
compra de una tipografía, que el señor Mingardón,
marsellés, quería ceder en condiciones
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