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<>, dejó escrito él en
sus memorias.
Hubo aquel día una sesión capitular, en la que
don Bosco tomó la palabra varias veces y dijo
cosas útiles e interesantes, que entresacamos de
las actas de la reunión. Asistía también don Pablo
Albera, porque se debía tratar de varios cambios
del personal en las casas de Francia; entre otros,
el de don Luis Cartier, director en Santa
Margarita, que debería pasar a Niza como
vicedirector, para sustituir, después, al director
don José Ronchail, destinado a París para el año
siguiente. Pero surgió una dificultad.
-Niza, observó alguno, es un centro de
Cooperadores no sólo de Francia, sino de toda
Europa y América, porque, a esta ciudad, acuden
forasteros de todo el mundo y, precisamente allí,
se inscriben, se mantiene relación con ellos y se
procura que hagan prosélitos en sus respectivos
países. Ahora bien, no parece que el carácter de
don Luis Cartier y su poca aptitud para limosnear
sean lo que más pueda ayudar a nuestra Pía
Sociedad.
Don Bosco respondió:
-Para que el carácter reservado de don Luis
Cartier no obstaculice las relaciones con los
Cooperadores, acompáñele don José Ronchail,
preséntelo en todas las casas de los bienhechores.
Es verdad que el saber pedir no es ((**It18.268**)) un don
que todos tengan. Se requiere franqueza, humildad,
prontitud para acomodarse a los sacrificios, saber
hablar ganándose las simpatías. Para dar a conocer
al nuevo director, valerse del Boletín dando en él
la noticia 1. Publicar una circular, en la que se
diga: <>. El mismo don José Ronchail, cuando
llegue a París, escriba otra circular por el
estilo a los Cooperadores de aquella metrópoli.
Al cabo del tiempo, cuantos conocieron a don
Luis Cartier, saben que se convirtió en Niza en un
limosnero insuperable; por eso, en los últimos
años de crisis económica general, logró levantar
en poco tiempo una iglesia a María Auxiliadora, en
la que se gastaron varios millones.
1 El Boletín francés de junio de 1887,
aprovechó la ocasión de anunciar la muerte de la
señora Levrot para dar a conocer el nombre de don
Luis Cartier, como director de la casa de Niza; y,
en el número siguiente, publicó los datos
biográficos de la piadosa Cooperadora.
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