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que nos ingeniemos y nos proveamos de profesorado
conforme a la ley. Actualmente hay que acometer al
enemigo con el escudo más que con las armas.
Ante esta apremiante instigación de don Bosco,
la palabra estimulante de don Francisco Cerruti
consiguió que numerosos hermanos, aun cuando ya
había pasado el tiempo más adecuado para ellos, se
entregaran a laboriosos estudios para ponerse en
condiciones de conseguir los títulos legales
indispensables para poder dar clase en los centros
privados.
Se le debe una merecida alabanza por haber
organizado los estudios y las clases de nuestra
Sociedad. No porque hasta entonces no se hubiera
hecho nada en este sentido. <> 1, y
el nombre de don Celestino Durando quedará impreso
con caracteres de oro en nuestros anales. Pero
todavía era aquél el período heroico de nuestra
historia. Nuestra Pía Sociedad contaba pocos años
de vida. El campo que se abría a nuestra actividad
era vasto y sin confín; el número de los operarios
era exiguo, reducidísimo y desproporcionado para
las necesidades que se debían atender.Apenas si
llegaba el tiempo para el trabajo del día, puesto
que cada uno se veía obligado a multiplicarse,
cubriendo las ocupaciones de varios. Y, en tanto,
Dios miraba complacido y bendecía los trabajos de
aquellos hombres denodados que, llenos de buena
voluntad e inflamados por el celo que adquirían al
contacto con don Bosco, afrontaban los trabajos
del apostolado con el santo ardimiento con que el
pastorcillo David, armado con una honda salió al
encuentro del gigante Goliat; y quizás nunca hubo
un trabajo más abundante en frutos>>.
Pero no se podía continuar siempre así; todos
deseaban que se organizara una formación normal de
los maestros y educadores salesianos. Don
Francisco Cerruti dedicó a tan noble empresa todas
sus energías 2.
((**It18.265**)) Don
Francisco Cerruti fue uno de aquellos hombres
providenciales,
1 Sac. A. LUCHELLI: Don Francesco Cerruti.
Elogio fúnebre, Turín, Tip. SAID <>
1917.
2 Ya antes de que una unánime votación le
confirmara en el cargo que don Bosco le había
confiado pocos meses antes, era muy reconocida la
importancia de su actuación. El año 1886 se
cumplía el décimo quinto centenario de la
conversión de san Agustín. Y él ideó conmemorar
tal acontecimiento con una velada que se celebró
en san Juan Evangelista el día diez de junio. El
programa revela la mentalidad de aquel hombre. La
carta de invitación, con la firma de don bosco,
debió ser escrita por él (Ap., Doc. núm. 60).
(**Es18.234**))
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