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Después tomándolo de la mano, continuó
diciendo:
-Querido Viglietti, si no confieso, al menos a
los jóvenes, >>qué otra cosa puedo hacer aún por
ellos? He prometido al Señor que hasta mi último
aliento, estaré al servicio de mis pobres
muchachos.
En estas reuniones buscaba expresamente
iluminarlos en la elección de estado. Para ellos y
para todos los muchachos que se encontraban en las
mismas condiciones, había hecho imprimir un
opusculito traducido del francés que se titulaba:
Pensamientos de Santo Tomás de Aquino y San
Alfonso María de Ligorio sobre la entrada en
religión 1.
Se enviaron millares de ejemplares a los
párrocos de las diócesis piamontesas y a los
Cooperadores salesianos, con el fin de que,
cuantos ignoraban la importancia del estado
religioso, aprendieran en él a no poner obstáculos
a las vocaciones 2.
Para consultar a don Bosco sobre su vocación,
llegó una joven francesa, que sería con el tiempo
una columna del Instituto fundado en Africa por el
cardenal Lavigerie.
Estaba ella dudosa en si hacerse religiosa en
las Misiones del Cardenal, ingresar en un convento
en Francia o en las Hijas de María Auxiliadora.
Sabiendo que era riquísima, el Santo empleó con
ella mucha cautela en el lenguaje; no convenía dar
motivo para que le acusasen de que él pretendiera
captar ((**It18.259**))
herencias o dotes. De todas formas eran ciertas
dos cosas: que la joven se hubiera hecho religiosa
de María Auxiliadora, si don Bosco se lo hubiese
aconsejado, y que don Bosco se lo hubiera
aconsejado, si le hubiese parecido que era aquélla
la voluntad de Dios. Hablóle, pues, así:
-Si le agrada conservar algo del género de vida
que ha llevado hasta ahora con sus padres, entre
en una Comunidad de Francia donde hay muchas y muy
buenas. En cambio, si busca únicamente a Jesús y
su cruz, si verdaderamente quiere sufrir con
Jesús, vaya a las misiones.
Con estas últimas palabras comprendió ella en
dónde estaba su vocación. En la plática de la
imposición de hábito, el cardenal Lavigerie aludió
al hecho que, en otra ocasión, recordó de nuevo,
en una conferencia sobre la trata de esclavos, que
dio en la iglesia de San José, en Marsella;
porque, en aquella conferencia, habló también de
1 San Benigno Canavese, 1886. La traducción era
del conde Próspero Balbo.
2 Para que el envío surtiera más efecto se
incluía, por expreso deseo de don Bosco, una
cartita impresa en la que se decía que <>.
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