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((**Es18.224**) Muy diferente, sí, pero más sorprendente todavía es un segundo hecho sucedido un mes después. En la imposición de sotanas que hizo don Bosco, también la recibió el joven marsellés Ludovico Olive, a quien ya conocen los lectores 1. Pues bien, en diciembre enfermó gravemente de tifus. Como el mal despertaba seria inquietud, fue advertido don Pablo Albera que acudió en seguida desde Marsella y, para mayor seguridad, hizo trasladar al enfermo al Oratorio. La víspera de Navidad don Bosco fue a visitar al paciente y, en presencia del padre salesiano Roussin, le dijo: -Te aseguro que la Virgen te sanará. Los médicos, por su parte, daban pocas esperanzas de curación. El día veintiocho llegó el padre de Olive, que edificó a todos con su ejemplo de resignación a la voluntad de Dios y con su plena confianza en la bondad divina. De la bondad divina había tenido una prueba reciente en su familia. Una hijita parecía encontrarse al borde del sepulcro. El nueve de diciembre, la muchachita, sintiendo que las fuerzas le abandonaban, pidió que se le pusiese un bonete de don Bosco que se conservaba en casa. Colocáronselo sobre la cabeza. Pocos minutos después, la niña decía a la madre, que se encontraba mejor, que ya se lo podía quitar. En efecto: se quedó dormida, descansando algunas horas, cosa que no había logrado desde que guardaba cama. El día dieciocho el padre telegrafiaba a don Bosco para darle las gracias por las oraciones hechas, añadiendo: <>. Cuando el padre de la enferma salía para Turín, la niña hacía casi su vida normal. ((**It18.253**)) Ya en el Oratorio, almorzando con don Bosco, al fin le repitió unas palabras de agradecimiento a las que el Santo contestó con estas otras: -Brindaremos en Marsella, cuando tengamos con nosotros sentado a la mesa sano y fuerte a Ludovico. No es para decir el consuelo que estas palabras proporcionaron al corazón del padre del enfermo. Con todo, los doctores Vignolo, Gallenga, Fissore, Albertotti y otros declararon a su hijo desahuciado. Pero lo que no podían los médicos, lo pudo Aquella que es salus infirmorum. En la noche del tres al cuatro de enero don Bosco tuvo un sueño que fue contado por él mismo de la forma siguiente: 1 Véase más atrás pág. 64. Hubiera podido hacer ei noviciado en su patria; pero no quiso, porque allí le conocían todos y le hubieran tenido más miramientos; y a él, decía, le gustaba más ajustarse del todo a la vida común. (**Es18.224**))
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