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Muy diferente, sí, pero más sorprendente
todavía es un segundo hecho sucedido un mes
después. En la imposición de sotanas que hizo don
Bosco, también la recibió el joven marsellés
Ludovico Olive, a quien ya conocen los lectores 1.
Pues bien, en diciembre enfermó gravemente de
tifus. Como el mal despertaba seria inquietud, fue
advertido don Pablo Albera que acudió en seguida
desde Marsella y, para mayor seguridad, hizo
trasladar al enfermo al Oratorio. La víspera de
Navidad don Bosco fue a visitar al paciente y, en
presencia del padre salesiano Roussin, le dijo:
-Te aseguro que la Virgen te sanará.
Los médicos, por su parte, daban pocas
esperanzas de curación.
El día veintiocho llegó el padre de Olive, que
edificó a todos con su ejemplo de resignación a la
voluntad de Dios y con su plena confianza en la
bondad divina. De la bondad divina había tenido
una prueba reciente en su familia. Una hijita
parecía encontrarse al borde del sepulcro. El
nueve de diciembre, la muchachita, sintiendo que
las fuerzas le abandonaban, pidió que se le
pusiese un bonete de don Bosco que se conservaba
en casa. Colocáronselo sobre la cabeza. Pocos
minutos después, la niña decía a la madre, que se
encontraba mejor, que ya se lo podía quitar. En
efecto: se quedó dormida, descansando algunas
horas, cosa que no había logrado desde que
guardaba cama. El día dieciocho el padre
telegrafiaba a don Bosco para darle las gracias
por las oraciones hechas, añadiendo: <>. Cuando el padre de la enferma
salía para Turín, la niña hacía casi su vida
normal. ((**It18.253**)) Ya en
el Oratorio, almorzando con don Bosco, al fin le
repitió unas palabras de agradecimiento a las que
el Santo contestó con estas otras:
-Brindaremos en Marsella, cuando tengamos con
nosotros sentado a la mesa sano y fuerte a
Ludovico.
No es para decir el consuelo que estas palabras
proporcionaron al corazón del padre del enfermo.
Con todo, los doctores Vignolo, Gallenga, Fissore,
Albertotti y otros declararon a su hijo
desahuciado. Pero lo que no podían los médicos, lo
pudo Aquella que es salus infirmorum. En la noche
del tres al cuatro de enero don Bosco tuvo un
sueño que fue contado por él mismo de la forma
siguiente:
1 Véase más atrás pág. 64. Hubiera podido hacer
ei noviciado en su patria; pero no quiso, porque
allí le conocían todos y le hubieran tenido más
miramientos; y a él, decía, le gustaba más
ajustarse del todo a la vida común.
(**Es18.224**))
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