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((**Es18.222**) regla, quiso don Bosco que don Julio Barberis llevara la alta direción. La casa fue confiada a don Eugenio Bianchi, que había sido durante algunos años en San Benigno un fiel ayudante del Maestro y merecía toda la confianza; mas, para mantener íntegro el espíritu del Fundador, ((**It18.250**)) íba allí don Julio Barberis lo más frecuentemente posible y, sobre todo, no faltaba en los ejercicios mensuales de la buena muerte. El Santo se volvió al Oratorio el día cinco por la tarde, en medio de las demostraciones más cordiales de aprecio de la gente de Foglizzo y de Montanaro y dio la bendición a estos últimos, que se habían reunido en la plaza. Apenas llegó al Oratorio, notificó a la señora Teodolinda Pilati, de Bolonia, la imposición de sotanas hecha aquel día, cumpliendo la promesa que le había hecho antes de partir 1. Ilma Señora: Estoy de vuelta de la función de Foglizzo. He bendecido la sotana de ciento diez levitas, que se unen al escuadrón de casi otros quinientos, que se preparan para ir a trabajar en medio de los salvajes. Encomiendo a todos a su caridad y a la de su señora hermana, a fin de que crezcan en ciencia y santidad y puedan llevar muchas almas al cielo. No sólo hago la novena que piadosamente me pide, sino que es mi deseo y firme intención tener cada mañana un recuerdo especial en la santa misa según su intención y por todo lo que forma el objeto de su caridad, que va dirigido a las diversas necesidades de la Santa Iglesia. Dios les bendiga, a ustedes, a sus parientes y amistades y compadezca a este pobre viejo y casi ciego, que siempre será en Jesús y María. (Falta la fecha) Su seguro servidor, JUAN BOSCO, Pbro. 1 En efecto, le había escrito: Muy apreciada Señora: Me ha llegado normalmente su giro de quinientas liras y es la ayuda más eficaz para nuestros misioneros en su partida para Patagonia. En este momento, tengo que ir a Foglizzo para imponer la sotana a un centenar de clérigos, futuros misioneros. Dentro de dos días estaré de vuelta y le escribiré de nuevo. Bendiga el señor a usted, a su hermana, a sus parientes y amistades. Que María nos guíe a todos por el camino del Cielo. Amén Turín, 4 de noviembre de 1886. Seguro servidor, JUAN BOSCO, Pbro. (**Es18.222**))
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