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regla, quiso don Bosco que don Julio Barberis
llevara la alta direción.
La casa fue confiada a don Eugenio Bianchi, que
había sido durante algunos años en San Benigno un
fiel ayudante del Maestro y merecía toda la
confianza; mas, para mantener íntegro el espíritu
del Fundador, ((**It18.250**)) íba
allí don Julio Barberis lo más frecuentemente
posible y, sobre todo, no faltaba en los
ejercicios mensuales de la buena muerte.
El Santo se volvió al Oratorio el día cinco por
la tarde, en medio de las demostraciones más
cordiales de aprecio de la gente de Foglizzo y de
Montanaro y dio la bendición a estos últimos, que
se habían reunido en la plaza. Apenas llegó al
Oratorio, notificó a la señora Teodolinda Pilati,
de Bolonia, la imposición de sotanas hecha aquel
día, cumpliendo la promesa que le había hecho
antes de partir 1.
Ilma Señora:
Estoy de vuelta de la función de Foglizzo. He
bendecido la sotana de ciento diez levitas, que se
unen al escuadrón de casi otros quinientos, que se
preparan para ir a trabajar en medio de los
salvajes. Encomiendo a todos a su caridad y a la
de su señora hermana, a fin de que crezcan en
ciencia y santidad y puedan llevar muchas almas al
cielo.
No sólo hago la novena que piadosamente me
pide, sino que es mi deseo y firme intención tener
cada mañana un recuerdo especial en la santa misa
según su intención y por todo lo que forma el
objeto de su caridad, que va dirigido a las
diversas necesidades de la Santa Iglesia.
Dios les bendiga, a ustedes, a sus parientes y
amistades y compadezca a este pobre viejo y casi
ciego, que siempre será en Jesús y María.
(Falta la fecha)
Su seguro servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
1 En efecto, le había escrito:
Muy apreciada Señora:
Me ha llegado normalmente su giro de quinientas
liras y es la ayuda más eficaz para nuestros
misioneros en su partida para Patagonia. En este
momento, tengo que ir a Foglizzo para imponer la
sotana a un centenar de clérigos, futuros
misioneros.
Dentro de dos días estaré de vuelta y le
escribiré de nuevo.
Bendiga el señor a usted, a su hermana, a sus
parientes y amistades.
Que María nos guíe a todos por el camino del
Cielo. Amén
Turín, 4 de noviembre de 1886.
Seguro servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
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