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restituidos nuestros caballos. Estaba conmigo don
Angel Piccono, y, mientras nos hizo servir el té,
le recordaba yo la protección que Inglaterra
prestó a los misioneros y otras cositas del caso
que él ha comprendido bien. Pero son militares y
eso basta. Ya hace seis años que los Salesianos
tomaron posesión de Patagonia y fueron seis años
de lucha, de calumnias y de victorias conseguidas,
mas a costa de disgustos y sacrificios. ((**It18.242**)) Pero,
de no haber sido así, tampoco nuestra vida sería
la de los misioneros. En cuanto a mí, estoy,
después de la visita al Presidente, lleno de
temores y de esperanzas y Aquel, que me ha mandado
aquí, ya pensará en sostenerme. Con la llegada del
nuevo Presidente vendrán desdichas sobre desdichas
para la Iglesia, en este desgraciado país.
Yo, sin embargo, tengo la palabra del
presidente Roca. Pero como le falta una c para ser
rocca (es la forma italiana para indicar roca o
piedra dura) nada espero de él. Y vamos adelante a
merced de Dios. Y si no me estorban, continúa el
milagro, como dicen los buenos argentinos. Pero
íay! si hablo de Vicariato o de Vicario: me
<> inmediatamente con el destierro.
Por esto, soy siempre el obispo Salesiano y
Misionero apostólico, es decir, un misterio que
ellos no comprenden y que no conviene explicar a
ninguno. Vamos así adelante y, mientras tanto, se
hace el bien en las barbas de gualicho, como dicen
los indios.
Necesito, por tanto, oraciones y, como es su
Paternidad quien me metió en el baile, enséñeme a
bailar porque yo ísólo sé tocar la música! Entre
los hermanos sacerdotes, clérigos y coadjutores
hay mucho esmero por observar las santas Reglas y
progresar en las virtudes propias de un salesiano.
Cada jueves nos reunimos las dos casas para una
Conferencia en la que se trata un punto de
casuística moral, de ascética o de disciplina para
la buena marcha de nuestra misión.
Se atienden mucho los oratorios festivos de los
muchachos y de las niñas, y, de algún tiempo a
esta parte, son muy frecuentados. Estamos también
recogiendo las espigas perdidas, esto es, a los
jóvenes y adultos indios e indias repartidos entre
las familias cristianas. Y, a fuerza de insistir
con solicitud y recomendaciones, logramos que nos
los manden para instruirlos y bautizarlos: y, una
vez bautizados, prepararlos para la primera
Comunión.
Sin embargo, a una buena parte de ellos, que
viven mal con los cristianos, no se les puede
conducir al bien; son espigas pisoteadas por las
caballos y por los mulos quibus non est
intellectus (que no pueden comprenderlo).
Nuestro misionero de la Patagonia central, don
José María Beauvoir, ha hecho una excursión hasta
el Cabo Vírgenes, donde se va reuniendo gente de
todas partes, atraída por el resplandor del oro 1.
Y verdaderamente aquella arena es riquísima por
la cantidad de oro que arrastra; y dicen los
exploradores que en ciertos lugares resulta más
rico y abundante que en California. íOh, si fuera
cierto que nos encontrásemos en la edad de oro! Y,
sin embargo, ni las gallinas lo miran, prefieren
un insecto a las pepitas de oro.
Reciba, amadísimo Padre, los saludos, los
corazones y el afecto de todos sus ((**It18.243**)) hijos
de la Patagonia. Rece por nosotros y pida para
nuestra misión, la protección y las bendiciones de
María Santísima Auxiliadora.
1 El Cabo de las Virgenes se encuentra en la
embocadura del estrecho de Magallanes. Don José
María Beauvoir había partido para esta excursión
desde Santa Cruz, donde estaba con don Angel Savio
desde el mes de marzo. Este, como ya dijimos,
había podido ir allí debido a su calificación de
agrimensor; don José María Beauvoir había ido como
capellán del Gobierno.
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