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fuese enviado a Europa. Se le hizo notar la
esperanza que se tenía de su enmienda y la cuantía
de los gastos del viaje.
-No importa, exclamó muy dolorido el Santo.
Cueste lo que cueste, que lo manden en seguida. Es
una alma que se pierde y hay que salvarla.
Por desgracia ya era tarde. El pobre
desgraciado tuvo, poco después, en Santa Cruz una
muerte muy infeliz.
Monseñor Cagliero había compilado una relación
general sobre el estado de la Misión en Patagonia,
enviando tres copias, una para el Padre Santo a
presentar por medio del Cardenal Protector 1, otra
para Propaganda ((**It18.239**)) Fide 2
y la tercera para la Obra de Propagación de la Fe;
su secretario hizo un resumen, que fue enviado a
don Bosco 3.
Para tener una idea completa en torno a este
primer período de la actividad misionera salesiana
bajo la iluminada guía de monseñor Cagliero, nos
parece bien presentar todavía una carta suya, rica
en importantes noticias y llena de vida.
Rvmo. y amadísimo Padre:
He tardado algo en escribirle porque esperaba
la llegada de nuestros misioneros que, desde hace
siete meses, se encontraban en la faldas de las
Cordilleras.
Ya han llegado felizmente, asistidos
providencialmente por el Señor y bendecidos por El
en sus excursiones apostólicas.
Nuestro don Domingo Milanesio es una verdadera
suerte para todos los habitantes del Rio Negro:
acompañado de nuestro valiente don Bartolome
Panaro, del coadjutor
1 El cardenal Parocchi le respondió así:
Ilustrísimo y Reverendísimo Monseñor:
Haciéndome cargo de los muchos deseos de V. S.
Rvma., cumplí solícitamente el agradable encargo
de presentar al Padre Santo los felices progresos
de esas misiones de los buenos Salesianos. El
corazón del Sumo Pontífice se conmovió
visiblemente y tuvo palabras de elogio para V. S.
Rvma. y todos los que con celo verdaderamente
apostólico le ayudan a propagar el reino de
Jesucristo, mientras les impartía la implorada
bendición.
Yo, por mi parte, al comunicarle los
sentimientos del Soberano Pontífice, me congratulo
con V. S. por todo lo realizado y, dispuesto a
cuanto se pueda esperar de mi cargo de Protector,
auguro a esas misiones un siempre mayor
incremento, mientras, con profunda y afectuosa
estima, beso reverentemente las manos de V. S.
Rvma.
Roma 23 de agosto de 1886.
Muy
atento y s. s. en J. C.,
L. M. Card. Vic.
Protector de los Salesianos
2 Por vez primera rellenó el módulo que había
recibido de Propaganda (Ap., Doc. núm. 54).
3 Ap., Doc. núm. 55.
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