((**Es18.209**)nutrían
por don Bosco. Nos parece que la figura de nuestro
Santo recibe un relieve especial, al ver el vivo
afecto que suscitaba en los suyos, cuánto les
confortaba en sus trabajos y cómo estimulaba a
todos a bien obrar aquella disposición de ánimo.
Sin duda, don Bosco poseyó en grado sobrehumano el
don de hacerse amar, con aquel amor sincero,
constante y operativo que es el amor filial.
Comencemos nuestra revisión por Uruguay. El
clérigo Grando le abría así su corazón, desde
Paysandú: <>. El clérigo Soldano
desahogaba así sus sentimientos, desde el mismo
colegio: <((**It18.234**)) de
gratitud, de fidelidad, de amor; es ésta una nueva
ocasión que nos concede el Señor para honrar, por
cuanto sea posible en esta mísera tierra, su
mérito, sus heroicas virtudes; es ésta una nueva
ocasión que se nos presenta para honrar a quien lo
merece por encima de todo (...). Os doy gracias,
gracias infinitas, Dios mío, porque me disteis tal
Padre. Sí, muy amado don Bosco, usted es mi Padre,
porque me dio la vida, no la material, sino la
moral y espiritual. Usted es el más insigne
bienhechor, que pueda haber en la tierra (...).
Usted es, después de Jesús, mi Salvador (...).
Usted es mi Maestro, que me predica con la palabra
y me mueve con el ejemplo>>.
Desde el colegio Pío de Villa Colón escribe
humilde y sencillamente don Pedro Rota: <>.
Desde Villa Colón don Luis Calcagno, que siente
cómo va perdiendo la vida con su mala salud, se
consuela con el pensamiento de una vida mejor
siempre con don Bosco. <(**Es18.209**))
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