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por conocer a don Bosco, ser apreciados y queridos
por él; cómo disfrutan poniendo en sus manos toda
su fortuna, para que la emplee a mayor gloria de
Dios y bien de las almas. Ellos mismos confiesan
que son instrumentos bendecidos por la divina
Providencia en manos de don Bosco>>. Y, más
adelante, continuaba: <>qué le diré a
usted, veneradísimo Padre, la víspera de la
partida? Mañana por la tarde o, a más tardar,
pasado mañana, martes, estaremos todos nosotros a
bordo del Tibet, que nos llevará lejos, lejos de
usted. íCuánto lo siente nuestro corazón y cuánto
se entristece en ciertos momentos! Pero nos
consuela el pensamiento de que usted nos acompaña
con sus oraciones y sus bendiciones; que nos
acompaña con todo su afecto paternal. Nosotros no
tenemos más deseo ni ambición que la de mostrarnos
dignos hijos de un padre tan bueno y tan santo. Si
el Señor nos ayuda a mantener nuestros propósitos,
ya verá, veneradísimo Padre, que, aun a costa de
cualquier esfuerzo y sacrificio, le daremos
consuelos, muchos consuelos>>.
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Zarparon el día catorce por la tarde. La travesía
fue trágicamente borrascosa. <<íPobres compañeros
míos de Misión!>>, exclamaba don Luis Lasagna en
una carta a don Bosco 1. Seguramente no olvidarán
jamás lo mucho que sufrieron en los dos terribles
días, del día diecinueve al veinte de diciembre de
este año>> 2. Y decía de las Hermanas:
<>.
Llegaron sanos y salvos al puerto de Montevideo
el día seis de enero;
pero aún no habían terminado las dolorosas
peripecias. La ciudad estaba invadida por el
cólera, que también hacía estragos en Buenos Aires
3.
El cólera había visitado Italia: todo esto ya
había creado dificultades e impedimentos a la hora
del embarque. Lo peor fue a la llegada. Aunque no
se había dado el más mínimo caso a bordo, sin
embargo, no hubo forma de que se concediera el
permiso de desembarque: no hubo más remedio que
virar hacia la isla de Flores para hacer allí
1 A bordo del Tibet, 23 de diciembre de 1886.
2 La realista descripción de la infernal
borrasca puede leerse en el Boletín de marzo de
1887.
3 Cuatro salesianos, dos de la Boca, don
Esteban Bourlot, director y párroco y el coadjutor
Fabrizi, y dos de San Nicolás, don Luis Galbusera
y don Fabricio O'Grady, se contagiaron; pero, don
Santiago Costamagna escribía a don Bosco el día
veinticuatro de noviembre: <>.
(**Es18.197**))
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