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atravesar el Atlántico, con don Luis Lasagna a la
cabeza. En la primera mitad de noviembre fue éste
a Roma. Allí obtuvo del conde de Robilant,
ministro de Asuntos Exteriores, una promesa de
protección y una ayuda de mil quinientas liras.
Ganóse tanto su confianza que llegó a asegurarle
que no era masón, como se decía por todas partes.
Fue recibido en audiencia privada por el Padre
Santo, que quiso le informase en seguida sobre la
salud de don Bosco y le preguntó muchas cosas
sobre las misiones. Cuando oyó las necesidades de
Brasil y supo que don Bosco, ((**It18.215**)) movido
únicamente por la caridad de Jesucristo, había
preparado una verdadera falange de misioneros, el
Papa prorrumpió en estas palabras:
-Publicadlo para honra de Turín y gloria de la
Congregación Salesiana. Esto me llena el corazón
de alegría y de esperanza. Yo espero grandes cosas
de la Congregación Salesiana para la Iglesia y
para la sociedad.
Fue después don Luis Lasagna a Casale, para
saludar a un hermano suyo que estaba en el
Seminario y a otros parientes y amigos. Y estuvo
en un tris de tener que renunciar para siempre a
sus empresas misioneras, porque algunos
distinguidos eclesiásticos y seglares, admirados
de sus excelentes dotes, tuvieron la idea de
pedirlo a la Santa Sede para Obispo, ya que la
diócesis se encontraba sin Pastor por la reciente
muerte de monseñor Ferré. De la idea se pasó a los
hechos y hubo dos canónigos que llevaron a don
Bosco una súplica en tal sentido, rogándole que él
mismo la presentara al Padre Santo con unas
palabras suyas de recomendación. <>. Don
Bosco remitió la súplica al cardenal Alimonda, a
fin de que él hiciera lo que mejor creyere en el
Señor. El Cardenal le preguntó cuál era su
pensamiento. Don Bosco respondió que no quería
intervenir de ningún modo en semejante asunto,
sino que deseaba estar completamente al margen. La
súplica se puso en marcha; pero era demasiado
tarde, porque León XIII ya había designado a otro.
La Providencia había dispuesto que don Luis
Lasagna llegara a obispo sin dejar de ser
misionero.
Cuando se realizó este designio de la
Providencia, y fue en el 1893, tuvo cumplimiento
una tácita predicción que don Bosco hizo a don
Luis Lasagna el día del adiós. Aquel día, dos de
diciembre, en la hora que precedió a la sagrada
ceremonia, don Luis, al terminar su último
1 El canónigo Romagnoli y don Luis Calcagno,
Casale 26 de noviembre de 1886.
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