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Curia arzobispal, que le escoltaron
honoríficamente hasta el Arzobispo. Subió la
escalinata con mucho trabajo, sostenido y llevado
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en volandas por brazos vigorosos; pero todos
comentaban la vivacidad de sus ojos y la lucidez
de su mente. El Venerando Prelado, ya casi
octogenario, salió a su encuentro, le abrazó con
cariño y le recibió con las mayores demostraciones
de aprecio y cordial amistad.
-Excelencia, se apresuró a decirle don Bosco:
antes de morir, quería recibir una vez más su
bendición.
Monseñor se mostró también afabilísimo con los
Salesianos que acompañaban a don Bosco y en
seguida empezó a hablar en su dialecto, recordando
su tierra piamontesa de nacimiento y las
relaciones personales que había tenido con don
Bosco y con sus hijos.
El Siervo de Dios parecía cansado, por lo cual,
tras un breve refrigerio, lleváronle a descansar a
la habitación que le habían preparado. A las cinco
y media, hora de la comida, ya se había repuesto
un tanto, así que sostuvo una animada conversación
con los invitados. Después recibió algunas
visitas. Cuando, ya cerca de las diez, se
dispusieron a ir a descansar, el Arzobispo quiso
que don Bosco le diera su bendición; y, previendo
su resistencia, hincóse de rodillas ante él en
actitud muy devota y después lo abrazó con mucho
afecto y lo acompañó hasta su habitación.
El pensamiento de don Bosco volaba hasta
Valsálice, donde se estaban haciendo unos
ejercicios espirituales; y así, aquel día por la
tarde, Viglietti había escrito a don Miguel Rúa
por orden suya: <>.
La conferencia salesiana había sido muy bien
preparada. Se celebró, el día doce por la mañana,
en la iglesia de Nuestra Señora de las Gracias.
Sentía el Arzobispo que no fuera aquella la mejor
época, pues se hallaban ausentes las familias
pudientes, que ordinariamente no volvían de sus
vacaciones hasta Todos los Santos; sin embargo, la
concurrencia fue grandiosa. Los muchachos del
Oratorio, que habían ido allí desde Brescia,
cantaron magistralmente algunas ((**It18.197**)) partes
de la misa; el Sancta Maria, succurre miseris de
Cagliero emocionó a los mismos periodistas
profanos, como se ve por sus artículos. Terminada
la Misa, entró el Arzobispo en la iglesia,
adelantándose algunos minutos a don Bosco, el cual
llegó acompañado de don Luis Lasagna y don Carlos
Viglietti. Por el camino lo saludó la gente con
gran
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