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cristianos a la Iglesia, lo mismo que óptimos
ciudadanos y expertos cultivadores de las artes y
de las ciencias a la patria>>.
La presencia de los cantores en Brescia produjo
tal satisfacción en la ciudad que la Comisión de
Fiestas escribió a don Bosco: <> 2. Y, como aquellos señores
creían que don Bosco se encontraba ya en Milán,
añadían: <((**It18.194**)) lleno
de fe y de devoción, que satisfará suavemente su
piadosísimo corazón>>.
Don Bosco debía llegar a Milán dentro de poco.
La metrópoli de Lombardía contaba con un grupo de
Cooperadores numeroso, selecto y diligente. Era el
alma de la asociación don Pascual Morganti,
antiguo alumno del Oratorio, elevado después a la
sede arzobispal de Rávena. Aquellos buenos amigos
instaban constantemente de palabra y por escrito,
para que se celebrara en su ciudad una conferencia
pública, que sirviese para divulgar más y más el
conocimiento de las obras salesianas; pero se
quería la presencia de don Bosco. Constituía un
eficaz sostenedor de la propuesta, don Angel
Rígoli, exalumno también de los más antiguos, que
esperaba después la visita de don Bosco a su
parroquia de Casale Litta. Don Bosco se decidió a
aceptar la invitación y encargó de la conferencia
a don Luis Lasagna.
Se prorrogó por mucho tiempo la posibilidad y
la conveniencia de aquella visita, ya que don
Miguel Rúa y los demás superiores temían por la
vida de don Bosco. >>Podría aguantar las
incomodidades del viaje? >>No serían fatales para
su precaria salud las previsibles molestias? >>Y
si, dada su extrema debilidad, le sobreviniera un
repentino
1 Era monseñor Santiago Corna Pellegrini.
2 Estas impresiones quedaron confirmadas en una
carta de don José Lazzero que les acompañaba.
Escribía, en efecto, a monseñor Cagliero el día 16
de septiembre de 1886 desde Casale Litta:
<>.
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