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En la sesión de la tarde, se elaboró un
reglamento para las parroquias. El relator, don
Luis Lasagna se sirvió de los trabajos del tercer
Capítulo General relativos a este asunto. Expuso
antes algunas consideraciones que parecían
desaconsejar la fácil aceptación del cuidado de
las parroquias. Se presentaron muchas dificultades
sobre el modo de conciliar entre sí las dos
autoridades, allí donde se agregara a la parroquia
un colegio. Después de una fuerte discusión, se
cortó la cuestión remitiendo al Rector Mayor la
determinación, vez por vez, de si el Director del
colegio debía serlo también de toda la casa o si
el Párroco debía llevar la dirección. Pero quedó
decidido en firme que las dos administraciones
fueran totalmente distintas. Hacía todavía muy
poco tiempo que los Salesianos regían parroquias
para poder apelar a la experiencia y regular esta
materia; sin embargo, el segundo ensayo ya señaló
un progreso sobre el primero, dando lugar a la
formulación de un conjunto de normas, dignas de
nuestra consideración, aunque no fueran más que
como punto de partida para las definitivas
deliberaciones posteriores y, además, porque
fueron discutidas en vida de don Bosco 1.
Don Bosco entró en el aula y asumió la
presidencia, que hasta entonces había llevado don
Miguel Rua, cuando se estaba estudiando la manera
de que el nombramiento ((**It18.184**)) del
párroco fuera amovible ad nutum Superioris, y,
después de informarse sumariamente de los asuntos
tratados, empezó a hablar así:
-Es mi parecer que, encontrándonos en tiempos
calamitosos, por la división entre los poderes
civil y eclesiástico, conviene seguir adelante
como mejor se pueda, regulándose según las
circunstancias en cuanto a las parroquias ya
existentes. En cuanto a las que se pudieren
aceptar, ya el Capítulo Superior estudiará la
mejor manera para conseguir la inamovilidad.
Otro asunto interesante fue el de conseguir una
mayor disciplina en las escuelas profesionales. El
párrafo segundo del esquema repartido a los
Hermanos, presentaba un doble objeto, a saber: la
dirección que se debía dar a los aprendices y los
medios para desarrollar entre ellos la vocación
religiosa. Participó también en la discusión el
coadjutor José Rossi. Las deliberaciones que se
tomaron no pueden quedar sepultadas en los
archivos, porque reflejan el pensamiento de don
Bosco, quien ciertamente las hizo suyas, y porque
señalan el primer paso de un período basado en la
tradición a otro regulado por leyes
1 Ap., Doc. núm. 38.
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