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aparecía don Juan Nespoli como él era, con toda su
única personalidad>>.
Y observaba lo siguiente sobre su actividad
intelectual: <>.
Don Juan Nespoli prestaba esta ayuda,
empeñándose por ser buen maestro; y su panegirista
hace notar cómo quería ser maestro cuando
celebraba la misa o recitaba el breviario, en los
recreos, al acompañar a los muchachos de paseo y,
naturalmente, al dar clase. <>. La energía
de la voluntad le acompañó y le sostuvo toda su
vida. Era tan decidido para todo, recuerda don B.
Fascie, que no podía comprender cómo el Director,
le preguntara si había tenido alguna vez dudas
sobre su vocación. No podía entender ni cabía en
su cabeza que hubiese gente que, después de tomar
una decisión de tal envergadura, pudiese pensar en
tener dudas; y necesité Dios y ayuda para
convencerle>>.
Quería a la familia, a los amigos, a los
alumnos; pero, es siempre don Bartolomé Fascie
quien habla, <> 1.
Volvemos a tomar el hilo de la narración del
Capítulo General. La sesión de la tarde del día
dos de septiembre, en la que, como ya hemos
((**It18.182**)) dicho,
se trató del catálogo y de los centros de estudio
para los clérigos, no presenta nada notable, salvo
alguna observación de don Bosco. Aprobó la
proposición de enviar, a las escuelas superiores
pontificias de Roma, los clérigos más aventajados
para completar allí sus estudios; sólo hizo
observar que todavía le parecía demasiado pronto,
dada la necesidad de personal para las obras en
marcha. Los dos primeros clérigos salesianos que
fueron enviados a la Universidad
1 Entre los papeles de don Juan Nespoli se
encontró un cuaderno, con sus recuerdos
autobiográficos y que la muerte le impidió
completar. Lo conserva don Bartolomé Fascie. Una
parte, especialmente, es tan instructiva, que la
publicamos en el Apéndice, porque además hay en
ella algunos datos útiles para nuestra historia
(Doc. 35).
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