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-En esto os considero a todos como hijos míos.
Estad siempre así, sin porfía de preferencias. Veo
aquí a directores, predicadores de ejercicios,
miembros del Capítulo Superior, todos reunidos
como en una sola familia. Quisiera deciros muchas
cosas; pero mis pulmones ya no quieren soplar. Se
las diré a don Miguel Rúa y él os las repetirá.
Mientras tanto, rezad por don Bosco.
Y, así diciendo, se alejaba, en tanto que los
presentes conmovidos le rodeaban para besarle la
mano 1.
Por fin, muy debilitado y lleno de dolores,
dejó aquella casa el día treinta y uno por la
mañana. Quedóse en el Oratorio el resto del día y
salió para Valsálice el día siguiente a las diez.
Al pasar por delante de las Hijas de María
Auxiliadora, donde se habían reunido muchas
Hermanas para sus ejercicios espirituales, quiso
pararse. Entró, dio a todas reunidas en la capilla
unos recuerdos, las bendijo y tomando de nuevo el
coche, prosiguó su camino.
Le esperaban en Valsálice todos los miembros
del Capítulo General. Por la tarde hubo una
reunión en la iglesia. Don Bosco ((**It18.178**)) se
sentó en el presbiterio, con los miembros del
Capítulo Superior que concluían su mandato.
Después del canto del Veni Creator, don Miguel Rúa
declaró abierto el Capítulo General, en nombre de
don Bosco y leyó los artículos del Reglamento que
se refieren a tal objeto. Después, invocada la
protección de la Santísima Virgen con el canto del
Ave Maris Stella y recibida la bendición de Jesús
Sacramentado, se pasó a la sala de reuniones para
celebrar la sesión preparatoria.
Hízose una sucinta relación de las incumbencias
que se confiaban a los que iban a ser elegidos, se
estableció que se hiciera la elección al día
siguiente, por la mañana, y que se tuviese, por la
tarde, la primera sesión para tratar del quinto y
séptimo tema, referentes a los centros de estudios
para los clérigos en las distintas inspectorías y
la redacción del Catálogo de nuestra Sociedad:
eran dos asuntos poco importantes pero que, según
pensaba el regulador, servirían para mayor armonía
de los capitulares y para facilitar las
discusiones.
Era la primera vez que el Capítulo Superior se
presentaba ante el Capítulo General con su
secretario en la persona de don Juan Bautista
Lemoyne. El secretario no es propiamente uno de
los Superiores del Capítulo, a cuyas órdenes
simplemente está; no podía, pues, ser comprendido
entre los electores, ni en fuerza de la Regla que
atribuía el derecho de elección al Capítulo
Superior, ni en fuerza del derecho común; por
tanto, la asamblea, valiéndose de sus poderes,
antes de
1 J. B. FRANCESIA, Vida popular del Beato don
Juan Bosco. Turín, S. E. I., pág. 216.
(**Es18.161**))
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