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mi especial benevolencia, dígales que bendigo a
todos de corazón y que les concedo una indulgencia
plenaria especial, que pueden lucrarla todos los
cooperadores, sus familias y sus parientes
difuntos que necesiten sufragios en las penas del
Purgatorio>>.
Vosotros sabéis que mis Salesianos no poseen
bienes materiales; todo su capital es vuestra
piedad y vuestra caridad. Vuestro veneradísimo
Arzobispo monseñor Aneyros y monseñor Pedro
Ceccarelli, párroco y vicario de San Nicolás, son
los que nos animaron a ir hasta vosotros y nuestra
confianza está puesta por entero en ellos y en
vosotros.
Si Dios me conserva la vida, espero escribiros
otra carta, pero no os lo aseguro porque estoy muy
envejecido; apenas puedo escribir y con dificultad
se entiende lo que escribo. Tengo, sin embargo,
mucha esperanza en vuestras oraciones y en las
buenas noticias que espero recibir de vosotros a
quienes amo en J. C. y por quienes todos los días
tengo un recuerdo especial en el altar del Señor.
Que Dios nos bendiga y la Santísima Virgen
Auxilidadora nos guíe a todos seguros por el
camino del Cielo.
Turín, 25 de julio de 1886.
Afmo. amigo,
JUAN BOSCO, Pbro.
El día de san Vicente recordó al arquitecto
Levrot, el generoso bienhechor de Niza, y le envió
sus augurios de un feliz día onomástico.
Muy querido señor caballero Vicente Levrot:
Que la Santísima Virgen Auxiliadora le otorgue,
en este su día onomástico, una bendición especial
para usted, para toda su familia y todos sus
trabajos. Que Ella recompense con largueza la
caridad que usted ya ha hecho y sigue haciendo a
los Salesianos.
Sea María Santísima guía segura para todos
hasta el cielo.
Recen también por este pobre, siempre suyo.
Turín (Pinerolo), 19 de julio de 1886.
Afmo. in J. C.,
JUAN BOSCO, Pbro.
((**It18.164**)) El
señor Levrot, al responderle, le comunicó que
tenía a su disposición mil francos, ofrecidos por
la viuda de Montbrun 1 para sus obras.
Don Bosco le escribió, esta vez en francés,
rogándole diera las gracias a la señora y le
autorizó para que enviara aquella cantidad a don
Nicolás Cibrario, porque la casa de Vallecrosia,
en pequeña escala, necesitaba de todo, al igual
que las demás casas salesianas, que,
1 Véase Vol. XVII, pág. 587.
(**Es18.148**))
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