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Un sueño de otro género, no tenido por él, pero
en el que él figuraba, produjo saludables efectos
en una alma buena, según nos contaba su digno
párroco. La señora Jerónima Verdona, de Gavi,
antigua bienhechora, había albergado en su casa
durante muchos años con maternal solicitud a
Salesianos e ((**It18.162**)) Hijas
de María Auxiliadora, cuando pasaban por allí
camino de Mornese. Como presintiera que se
acercaba el fin de sus días, rogó a don Bosco que
le enviase un Salesiano para darle a conocer su
última voluntad. Y fue designado don Francisco
Cerruti. Pero, de allí a poco, cayó ella enferma
del cuerpo y del espíritu. Los médicos declararon
que estaba maniática. Ni siquiera quería comulgar.
Tornóse taciturna y, las pocas palabras que
profería, eran de dolor y abatimiento. Además, no
permanecía cinco minutos quieta o sentada en un
sitio. Hacía ya dos meses que se encontraba en tan
triste situación, cuando personas amigas la
encomendaron a las oraciones de don Bosco. Y he
aquí que el día diecinueve de julio se acostó
plácidamente, se durmió, como no ocurría desde
hacía mucho tiempo, y soñó que veía acercársele a
María Auxiliadora y a don Bosco para consolarla.
Apenas se despertó, mandó a su sirvienta que
llamara al sacerdote, porque quería recibir la
comunión. Pasó unos días mejorada en su estado
físico y moral, atendiendo devotamente a sus
prácticas religiosas, hasta que expiró serenamente
y fue a recibir el premio de sus buenas obras.
Las cartas, a veces larguitas, que escribió en
la casa de campo del Obispo, demuestran claramente
lo bien que le iba para su salud el clima de
Pinerolo. Hay una dirigida a los bienhechores de
San Nicolás de los Arroyos, cuyo original se
conserva religiosamente allí, en casa de los
bonísimos señores Montaldo.
A mis beneméritos y caritativos cooperadores y
cooperadoras, a todos sus parientes y amigos que
viven en la ciudad y en los pueblos de alrededor
de San Nicolás de los Arroyos, en América.
Vuestra religiosidad y vuestra caridad,
benévolos amigos, cooperadores y cooperadoras, es
muy conocida en América y especialmente en Europa
por la continua protección que dispensáis a
nuestros queridos hijos, que viven ahí con
vosotros.
Ellos dejaron estas nuestras tierras con gusto
para trasladarse ahí y dedicarse al sagrado
ministerio para gloria de Dios y bien espiritual
de vuestras almas, y particularmente de la
juventud. ((**It18.163**)) Esto
es lo que les fue muy recomendado antes de partir
por el que tanto los amaba en N. S. J. C.
Sé que les habéis ayudado y que lo poco que ya
han conseguido se debe a vuestra caridad.
Continuad vuestra obra y yo continuaré rezando por
vosotros al Señor, a fin de que multiplique sus
gracias sobre todos vuestros trabajos y vuestras
familias. Las buenas obras que hacéis ya han sido
referidas al Padre Santo León XIII, el cual
experimentó una gran satisfacción cuando se
enteró. <(**Es18.147**))
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