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le invitaban a que se presentara en seguida para
acompañarla de nuevo a casa.
El padre acudió y la encontró en perfecto
estado de salud, tanto que la víspera de Todos los
Santos quiso ella recibir los Sacramentos en
Alessandria para dar gracias al Señor por su salud
recuperada.
El cambio de ambiente produjo en seguida sus
benéficos efectos; tanto que el Siervo de Dios
bajó al Oratorio el día once y el quince de julio
para encontrarse con los exalumnos y pudo
hablarles una y otra vez al término de la comida.
Por fortuna se han conservado sus breves
alocuciones, que constituyen el único recuerdo de
las dos fiestas. A la comida de los exalumnos
seglares asistieron también algunos señores
franceses. Don Bosco habló así:
Deseo dirigiros unas palabras, porque no estoy
seguro de si podré estar todavía otro año con
vosotros. Mucho me gustaría poder pasar una y más
veces este día en vuestra compañía; pero los
achaques de la vejez me advierten que no me haga
ilusiones. Os agradezco, pues, que hayáis venido a
almorzar conmigo; y, con vosotros, a estos
señores, cuya amistad les ha traído aquí desde
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Francia. No han venido hoy todos mis buenos amigos
y queridos hijos, ya que no les ha sido posible,
por la mucha distancia y sus quehaceres. Pero
decidles, cuando los encontréis, que en vosotros
los vi también a ellos; y que, en vosotros, les
agradecí el afecto que me siguen teniendo:
decidles que don Bosco siempre está dispuesto a
partir con ellos su pan, porque no es el pan de
don Bosco, sino el pan de la divina Providencia.
Don Bosco os quiere a todos en Jesucristo, porque
vosotros le queréis y espero que Nuestro Señor nos
dé la gracia de ver tiempos mejores.
Don Bosco rezará siempre por vosotros y
vosotros ayudadme con vuestras oraciones para que
podamos realizar nuevas obras y continuar las ya
empezadas. íMirad qué buena ha sido la Providencia
con nosotros! Hoy son miles y miles los que moran
en nuestras casas, y ciertamente no viven papando
vientos y flores; y, sin embargo, desde los
principios del Oratorio hasta nuestros días, no
nos faltó el pan ni un solo día; al contrario,
crecieron las necesidades y aumentaron también los
medios. Y yo os aseguro que nuestras cosas
seguirán creciendo bajo las alas de la divina y
amable Providencia. Vosotros y vuestros hijos y
los hijos de vuestros hijos lo veréis y gozaréis
tomando parte en nuestra suerte, en nuestra
fortuna. Seamos fieles a nuestra santa religión y
todos se verán obligados a apreciarnos y amarnos;
nadie podra aborrecernos, porque la caridad es el
vínculo que une los corazones. Os prometo que
seguiré queriéndoos como hermano, como padre,
hasta que nuestro amor se encuentre coronado el
día en que oigamos estas suaves palabras: -Entrad
en el gozo del Señor, porque habéis observado mi
santa Ley.
A los antiguos alumnos sacerdotes, se unieron
también unos veinte seglares que no habían podido
asistir el domingo anterior. Por las palabras de
don Bosco es fácil deducir los temas que se
tocaron en los brindis que precedieron al suyo.
Las ideas que expresó son muy notables.
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