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Firme en su decisión de negar al hijo el
consentimiento que le había pedido para hacerse
salesiano, había accedido a su deseo de ir con él
a Turín para conferenciar con don Bosco y observar
de cerca sus obras, mas no ciertamente para tratar
sobre la vocación.
Después de la comida, se retiraron los tres y
se reunieron en íntimo coloquio.
Expuso el padre los planes de la familia sobre
el porvenir de Augusto y rogó al Santo que le
diera su iluminado parecer. Don Bosco, aunque no
tenía dudas sobre la vocación del joven señor, no
hizo más que repetir lo que en otras ocasiones le
había manifestado por escrito: que se preparara
para el porvenir de manera que respondiera a las
legítimas esperanzas de su familia y de Polonia.
Pero añadió:
-Sin embargo, creo que, si la voluntad de Dios
se manifestara, de modo evidente, contraria a los
proyectos de Su Excelencia, usted no debería
oponerse.
-Sin duda, dijo el padre; más aún, sería una
dicha para mí tener un hijo en el estado
eclesiástico.
-Sería algo excelente, concluyó don Bosco. Un
miembro de familia tan influyente podría hacer
mucho bien a la Iglesia y a la patria. De todos
modos, hágase siempre en todo la santa voluntad de
Dios.
Padre e hijo se separaron de don Bosco muy
contentos. El padre se había formado un alto
concepto de él y estaba seguro de que finalmente
Augusto se acomodaría a los designios paternos; el
hijo estaba satisfecho de que su padre hubiese
cambiado de opinión respecto a don Bosco y se
marchó dispuesto a seguir los consejos del Santo.
En efecto, ya en Sienjawa y dedicado a los
negocios, realizó operaciones financieras de gran
valor, representando maravillosamente al padre y
manteniendo dignamente las tradiciones de su Casa.
El príncipe Ladislao estaba en el colmo de la
alegría. Pero ícuántas veces en este mundo,
respecto al porvenir de sus hijos, el padre
propone y Dios dispone!
((**It18.158**)) Los
calores del estío debilitaban cada día más a don
Bosco: un principio de disentería le molestaba
bastante. Aceptó, pues, el consejo de ir a
Valsálice, donde, salvo a las horas del mediodía,
la temperatura se mantiene fresca, hasta en el
rigor del verano. Fue allí con Viglietti el siete
de julio. En realidad se hubiera deseado que
volviese a Pinerolo, como dos años antes, y el
Obispo se consideraba feliz de cederle su finca;
pero, primero dudaba un poco y, después, cuando se
decidió a salir 1 determinó ir a Valsálice hasta
el día quince, porque
1 Véase Ap., Doc. núm. 29.
(**Es18.143**))
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