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llamó la atención de todos e hizo que la
celebraran con demostraciones de gran alegría. Con
las alabanzas a san José se fueron intercalando
alusiones a los viajes de don Bosco, al bien que
él había conseguido realizar, a la condecoración
de Barcelona y a tantas otras cosas que le
conmovieron hasta las lágrimas. Los obreros
católicos del Borgo Dora, de los que don Bosco era
presidente honorario, habían enviado una
representación con un afectuoso saludo para leerlo
en público 1.
El Santo quedó tan contento que mandó sacar
copia de las cosas leídas, escribirlas con letra
caligráfica, formar un elegante folleto y enviarlo
a España a la noble familia Martí Codolar. <>.
Quien más que nadie gozaba de la llegada de don
Bosco a Turín era el cardenal Alimonda. Después de
unos días, cuando creyó que don Bosco se habría
repuesto del ajetreo de aquel viaje, que algunos
calificaron de <> 2, el dieciocho de mayo por la mañana,
fue de improviso al Oratorio para verlo. No fue
una visita de mero cumplimiento, sino de cordial
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amistad, como lo prueba que la prolongase por más
de una hora. Por desdicha encontró al Siervo de
Dios en el estado lastimoso con que lo describe el
día veinte de mayo don José Lazzero al Vicario
Apostólico de la Patagonia: <>.
Por consiguiente también esta vez, aunque
parecía que, en aquel estado, don Bosco no podría
llegar a la meta prefijada, sin embargo,
secundando una idea que duraba hacía tiempo en él,
sin consultar sus propias fuerzas, sin tener en
cuenta la ordinaria prudencia humana,
1 Ap., Doc. núm. 23.
2 Actas de la junta de señoras de Marsella,
sesión del 13 de mayo de 1886.
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